"...por tantos" de Mari Zafra Sánchez

30.10.2020

Jamás.

Nunca en mi vida unas lágrimas me han ablandado, por lo que, podría considerarme... sí, por qué no, la antítesis de la madre esa de Calcuta.

Por supuesto, no perderme en sensiblerías barrio bajeras o compadecerme de melindres de poca monta, me ha definido y enorgullecido por igual.

Siempre he contemplado la vida como un villano y un déspota, burlando límites para versar mi ley callejera como el diablo que se afila los cuernos, y por eso, me han temido.
Esa ha sido la trayectoria de mis andanzas hasta llegar a sentirme un Best Seller en mi género. Incluso... de existir, bien merecería el Nobel al más odiado. Sería mío, llegué a pensar siempre con sorna.

Conseguí enardecer la debilidad de todos, cuyos ruegos y lágrimas, como las de aquella boba escueta, autorizaron el encumbre de mi leyenda.

Fue tan fácil prodigar mi doctrina... Acostumbraba a respirar profunda y lentamente hinchando el pecho, levantaba barbilla y, mirando con desdén, accionaba mi mérito propio. Así intimidaba al inútil que se me pusiera por delante. Le presentaba mi supremacía, brillante y bien calculada, lo que me permitía marcar sin tener que levantar la pata. Después, lo que viniera. Cuánto peor, mejor.

Un sin remedio, un mal bicho y peor pieza rumoreaban. Ese hijo indeseado y amigo del mal fallo, algún día, algún día ya verás.

¿Qué sabrían los demás? Que si maquino maldad, que si no soy de este mundo, que si rezo con los malditos, que donde acabaré, que qué mal que lo hicieron aquellos, sí, mis queridos biológicos.

Me querían lejos de aquí, eso lo sabía. Qué adorables desgraciados.

¿Qué sabrían todos? Siempre he pensado en los demás como lastres de la sociedad, microbios, parásitos y mucho más. Arruinados de opciones, jinetes sin cabeza, estúpidos beatos, miserables personajes de cuento aburrido son los que me habéis odiado y temido por igual. Cobardes tiradores de miradas tras de mí, cargadas de ganas. Conocía y disfrutaba con vuestra sensación, claramente estéril y poco dispuesta con el manejo del mal hacer. Ineptos.

Sin embargo, tengo que reconocerlo. Alguien tiene las agallas bien puestas. Para nada me había esperado que semejante acto fuera conspirado en alguna de vuestras insignificantes y cobardes mentes.

Qué hábil mi invisible justiciero que ha desaparecido después de insertarme una fría hoja donde, antes, las miradas me hacían diana. Probablemente, ha sido algún burdo cuchillo de cocina el encargado de bajarme hasta el suelo.

Mi sudor frío se combina con el mal respirar y he caído tan mal colocado que no, no puedo ver más allá del sucio contenedor de basura.

Si me sereno, podré aguantar. Ahora es de noche y algún palurdo de por aquí saldrá a sacar sus apestosos desperdicios.

Ah... me noto mojado y algo mareado.

Desparramado en el suelo como un simple escombro, mis sentidos me avisan de un perro ladrando no muy lejos. Sí, creo saber quién es. Ese viejo chiflado estará tirando la pelota a su estúpido perro. Siempre lo saca a jugar a estas horas. ¿Por qué hará semejante tontería? Será que no tendrá otros momentos en el día para sacar al saco de pulgas. Ojalá pase por aquí, me ayudará. ¿Debería esperar eso o, si me ve, se dará media vuelta? "Malnacido", "Barrabás" y "ojalá te encierren y no te suelten nunca", es lo último que creo que me dedicó. Por el hecho de haberle demostrado a su hijo quién manda aquí, no sé si debería esperar mucho del viejo. Aun así, esta gente corta hace esas cosas. Ayudarse los unos a los otros y tonterías por el estilo dirigen su debilidad. Sí, me ayudará, estoy seguro, aunque... ya no escucho el perro.

Tengo... frío y no oigo, no oigo nada. Apenas veo con claridad el contenedor y no respiro para nada lo suficiente. Por suerte, no siento dolor y mi mente parece entretenerse en arrancarme páginas. Ya no pienso con claridad...

¿Me estaré muriendo?

Siento pena por mí y una larga lágrima dirigida al suelo me da constancia de que aún sigo aquí. Siento flotar lo poco que me queda y dudo si oigo un susurro tras de mí o, simplemente, es mi conciencia.

Esto es lo que mereces... por tantos.