"Lo que la mirada esconde" de Galder Izarzugaza Pagola

10.06.2022

Todos los días le veía sonreír. No había día en el que aquel chico no tuviese una sonrisa en los labios. Todos le miraban y se contagiaban de su sonrisa y su energía, pero ella veía más allá. Era cierto que siempre le sonreía, pero solo lo hacía su boca, pues sus ojos y su mirada no sonreían nunca.

Anna comenzó a fijarse en los ojos de Manu tras un breve cruce a la salida del ascensor. Estaba esperando para entrar y él salía con algo de prisa para entregar unos documentos. Aquel casi choque le permitió ver unos ojos que no pudo olvidar en mucho tiempo. Comenzó a fijarse en que todo el mundo le sonreía y le saludaba, pero nadie hablaba con el joven. Después averiguó que muchos incluso desconocían su nombre. Sólo veían un chico sonriente repartiendo documentos.

La chica trató de buscar alguna excusa con la que empezar a entablar conversación con el desconocido. Intentaba tener documentos para enviar o recibir y estaba atenta a la hora que solía aparecer para no desaprovechar cualquier oportunidad. Poco a poco fue hablando con él hasta que un día decidió hacerle una pregunta.

- ¿Cómo estás?

Manu escuchó la pregunta y en su fuero interno supo que no era una pregunta de cortesía. Había algo en el tono de voz de Anna que le indicaba una preocupación real por saber cómo se encontraba.

Ella le miró a los ojos y pudo ver todo lo que había detrás. Eran unos ojos que hablaban de la soledad que él sufría, de su rutina de trabajo, de su falta de cariño y, quizá, hasta de la falta de un amigo o alguien con quien hablar sinceramente.

A modo de respuesta el chico sonrió con algo más de efusividad, pero tampoco nada exagerado, como si la timidez no le dejara expresarse libremente. Entonces Anna, sin esperar ninguna otra respuesta, le dio un trozo de papel doblado. Manu aprovechó el trayecto hasta el ascensor para desdoblar el papel y leerlo. No había mucho escrito, únicamente tres palabras, pero tres palabras que significaban mucho para él: "Puedes contar conmigo".

La joven sabía lo que había visto en esos ojos porque, mucho tiempo atrás, ella misma había estado en idéntica situación, siempre poniendo buena cara sin que los demás notasen lo que llevaba por dentro. Nunca se abrió a nadie debido a que siempre tuvo la sensación de que a nadie le importaría su situación. Sabía identificar esa mirada y lo que significaba porque, precisamente, ella también la tuvo y se dijo que no permitiría que nadie sufriese aquello y pasase por eso solo.

Anna sabía lo que aquella mirada escondía.

Lo mismo que tuvo la suerte de encontrar una salvadora, ella sería la salvadora de Manu.

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Imagen: Obra de la pintora Edurne Gorrotxategi (Getxo, Bizkaia)