“Las mujeres de Buñuel” de Martín Zabalza Arregui.

05.03.2021

Sábado 21 de enero del 2018. A las 9.30 horas salimos de Pamplona con dirección Sur hacia la Ribera del Ebro. El termómetro de mi BMW marca 6 grados bajo cero y brilla el sol. Jorge, mi compañero, circula el primero con su Yamaha por la N-121. Hemos recorrido muchas veces esta carretera y confieso que el tramo Caparroso-Hotel Los Abetos me encanta, rectas y curvas entrelazadas entre pinares paralelos en el límite de las Bardenas Reales.

Buñuel es un pequeño pueblo que se asienta sobre los antiguos terrenos del Conde de Altamira. A principios del siglo XX el caciquismo imperante en la localidad detenta el poder. En las elecciones municipales de 1931 los socialistas consiguen seis concejales y los conservadores cinco. La transformación social del pueblo produce cambios culturales. El 8 de marzo de 1933 nace la Agrupación Femenina de la Unión. La fecha escogida para su fundación, así como el contenido de sus principios programáticos, son hoy un documento de infinito valor y plena vigencia. Sus fundadoras Herminia Valencia, Julia Molero, Dolores González, Simona Cami, Rosa Falces, Inocencia Marcos, Marciala Martinez, Martina Rodero y Marciala Domínguez proclaman, nada más y nada menos, que tienen por objeto: "Cooperar en la propaganda y acción gremial, cultural y social que las secciones del sindicato realicen en el pueblo. Defender a la mujer obrera y campesina en sus reivindicaciones y cada vez que sea victima de un atropello por parte de la clase dominante. Difundir entre las mujeres las ideas emancipadoras, la abolición de la guerra y el derecho de los niños pobres a la alimentación y educación gratuita en todos sus grados. El seguro de maternidad para todas las proletarias. La igualdad de derechos y salarios del hombre y la mujer y demás reivindicaciones que afecten al sexo femenino".

Todas ellas de condición social humilde, tienen su domicilio social en el número 16 de la calle Oliver y pagan una peseta mensual de cuota. En la Casa del Pueblo, situada en el número 8 de la calle Pablo Iglesias, nuestra Agrupación está representada por una pionera feminista, Catalina Martínez.

Pensando en estas valientes mujeres, y con mucho frío, pasamos Valtierra y Arguedas y nos incorporamos, ya cerca de Tudela, a la N-126. Las carreteras menos transitadas permiten disfrutar de la espectacularidad de los parajes rurales. Circulamos con nuestras motos junto a la orilla del río Ebro, precioso con su caudal casi desbordado. En el horizonte más cercano se vislumbra la localidad de Cabanillas, y en el más lejano, inmenso y nevado, El Moncayo. Paramos a repostar en la gasolinera de Fustiñana y encaramos por Ribaforada nuestro destino final. La fría centellada, el sol, el agua del río y los canales dibujan el paisaje. Aparcamos en la plaza del pueblo y degustamos el bacalao al ajoarriero que nos sirven en un sencillo bar; en los cafés consultamos nuestras notas históricas, actualizamos el GPS y preguntamos a la camarera sobre la ubicación de algunas viejas calles y del cementerio. Nos informa, muy amablemente, pero se extraña de ver a dos moteros por la zona y nos dice: ¿sabíais que ayer estaba nevando?

Las calles donde se situaban las sedes de nuestras protagonistas ya no existen. Nadie conoce la historia de unas mujeres obreras y feministas que vivían en el pueblo hace ochenta años. Preguntamos, cerca del casino, a unos abuelos pero no saben decirnos quienes pueden ser hoy sus familiares, sus hijos, sus nietos.

Llegamos al camposanto. Ni rastro de ellas, no hay tumbas con sus nombres. ¿Murieron? ¿Se exiliaron? ¿Emigraron a otros pueblos? ¿Las expulsaron? Demasiadas preguntas sin respuesta. Sí encontramos, en el centro del cementerio y entre cipreses, el monolito de los cincuenta fusilados de Buñuel en 1936.

Decidimos regresar a Pamplona por la misma carretera por la que hemos ido. Sobre nuestros pasos, porque queremos volver a disfrutar del paisaje y recorrer el asfalto junto a la orilla del río y de la memoria. Llego a casa y Jorge me envía por whatsapp dos fotos. Las cuelgo en twitter y escribo la crónica de una ruta motera, con historia, con literatura viajera y con esencia de mujer (¿qué habría sido de ellas?).