"El extraño papel borroneado" de Martín Nicolás Travieso

10.06.2022

Un escritor estaba sentado frente a su mesa de trabajo. Preparó su sofisticada máquina, apartó el licor, apaciguó el cigarrillo en el cenicero y tomó un lápiz para apuntar algunas notas en su cuaderno. Escribía y borraba; volvía a escribir y volvía a borrar. Así ocurrió sucesivamente durante largos ratos. Con amargura se resignó y siguió bebiendo licor. Más tarde y ya de noche tuvo visita de su amigo Paulo, dueño de una galería artística.

Mientras conversaban, Paulo desvió su atención al desorden del escritorio de su amigo. Aproximándose a la mesa con curiosidad ojeó el papel borroneado.

- ¿Te estuviste peleando en este papel? -irrumpió Paulo sonriendo-. El escritor asintió con un lacónico gesto y aire melancólico.

- Mira -volvió a decir su amigo galerista-, por algún motivo este papel en este momento no es un bollo adentro del cesto. Así que me lo llevo.

A la semana siguiente el escritor recibió una invitación de Paulo a una presentación de obras que organizó en su galería. Cuando el escritor asistió a la exposición, observó a gran parte del público aglomerado frente a uno de los cuadros. Inopinadamente una mano se posó sobre su hombro y un susurro con tono irónico le interrogó:

- ¿Viste qué lejos puede llegar el residuo? La voz era de Paulo. El habilidosísimo comerciante artístico. Aquel se había llevado el papel borroneado de su amigo para ornamentarlo con un espléndido y lujoso marco que sobresalía entre el resto de los cuadros expuestos. Había fotógrafos tomando capturas desde todos los ángulos. Había críticos reconocidos en el ambiente artístico debatiendo ideas sobre la belleza desplegada en ese extraño papel borroneado, semi vacío. ¡Una belleza a punto de revelarse! gritaban. ¡Majestuoso, majestuoso! exclamaban las voces y teorizaban sobre las finas características del corrugado ejecutado por su autor.

Cuando el escritor volvió a su casa, se sentó junto al escritorio, se sirvió licor y bebió un largo trago. Estaba absorto en sus pensamientos sobre lo ocurrido en la galería. Entre sus meditaciones aceptó, no sin alguna reticencia, que hay distintas formas de comprender el arte. Que la ejecución personal nunca tiene garantizado el impacto original en los demás y que ni siquiera debe ser así. Siguió escribiendo feliz entre ensayo y error pero «Jamás dejaré que alguien vea lo que hago», pensó el escritor.

••••••••••
Imagen: Obra de la pintora Edurne Gorrotxategi (Getxo, Bizkaia)