"Cáncer" de Athenea Osuna Sillero

01.03.2021

Cuentan la historia de ti mil y una veces; hablan de un malvado personaje que aparece sin dar previo aviso. Cuentan la historia de una figura malvada que arrasaba con todo, cuentan la historia de un maléfico personaje que convertía la eternidad en segundos y la vida en muerte.
Y ahora eres tú él que me está mirando fijamente, desafiando a mi vida; siento como vacila tu mirada tras este pensamiento, como tras las miles de batallas ganadas, aun crees que puedes ganar una más, pero te sigo mirando fijamente a los ojos con el valor de un caballo de guerra, porque te pienso retar.


Aun conteniendo nuestra misma posición y los ojos clavados con las manos como puños, escucho tus pasos acercándose lentamente hacia mi, siento tu frío aliento en mi mejilla, susurrándome muerte, en un siniestro laberinto de palabras incoherentes. Me armo de valor, armo de valor todas mis fuerzas y me mantengo de pie con la serenidad de un roble y abriéndome paso cuidadosamente hacia ti, con mi arma en la mano dispuesta a atacar en cualquier momento dado.


Sé que sudas y tiemblas de terror ante un guerrero más, entre las docenas de hileras que se muestran ante ti dispuestos a vengarte de una vez, dispuestos a arrasar con todo lo que tu te llevaste en un abrir y cerrar de ojos. De repente comenzaron las flechas, miles y miles de lanzas y flechas se alzaban en una columna de color marrón contra ti y contra mi, aniquilando con la vida, intentando arrastrarte hacia la muerte de una vez. En cuestión de segundos un reguero de sangre me empapaba por completo de arriba a abajo, cubriendo todo mi cuerpo, segando conmigo en una batalla que pensaba continuar.


Creyendo encontrarme con la muerte abrí los ojos y me topé con una realidad más siniestra que la anterior, frente a mi se emitía un ritmo constante y perturbador del que prendía el hilo de una vida a la que yo amaba; miré a mi alrededor y el campo de batalla había desaparecido, mis ojos entumecidos despertaron de un sueño desgarrador. En mi alrededor había una camilla de hospital con ella allí, con miles de cables que recorrían todo su cuerpo, como si se tratase de una soga, una soga invisible que en realidad si se encontraba allí aferrándose a su vida, a lo que ella en realidad era. No pude evitar dejar que un valle de lágrimas me inundara, aun con mi arma en la mano, gritándote a la cara mirándote a los ojos, deseando aniquilarte poco a poco, tal y como estabas haciendo con ella, convirtiendo tus años en semanas, convirtiendo tu tiempo en cenizas, arrasando contigo, como si fuese fuego. Ella unió sus manos a las mías y me miró tiernamente, como solía hacer, pero esta vez su esfuerzo en hacer esta simple mueca fue desmesurado, intentando tranquilizarme, intentando contarme una mentira que a ella le habían contado. Cerré los ojos y sonreí para ella una vez más, sonreí de nuevo a una guerrera, sonreí a la misma guerrera que aparecía en mi sueño con unas esperanzas inmensas y una fuerza increíble. Te sonreí a ti, porque sabía que nunca jamás podrías conmigo, porque sabía que tras el silencio desgarrador de aquel ritmo del que pendía la vida de ella, esta guerra solo había comenzado, tu y yo cara a cara; ante un cobarde como tú, que se atrevió a dar la cara ante mi. Con tu horrible nombre entre mis sienes, Cáncer, tenias que ser tú el que apareciera en mi vida arrebatándome, a la niña de mis ojos, arrebatándome por siempre a una persona con nombre y apellidos. Sin embargo no pudiste conmigo Cáncer, ni con ella, no pudiste con nadie, porque te ves solo contra un ejercito que va detrás tuya aniquilándote poco a poco...