"Un recuerdo en el tiempo" de Yarli Vanesa Gómez Oviedo

08.11.2020

Al llegar el día y escuchar el murmullo de palomas que avistaban el parque Efraín Oviedo. Muchos comerciantes salían a vender sus productos, cantidad de artesanías en mesillas y carpas tradicionales que le daban color al ambiente que mayormente estaba soleado o por lo menos cálido.

Todos los miércoles, al caer medio día, entre las dos y tres de la tarde, don José, un señor de edad un poco considerable llegaba siempre al parque con su atuendo de pantalones colgantes, sombrero color crema, zapatos embolados de betún brillante y camisas holgadas que combinaba con busos coloridos; donde se acompañaba de un periódico con el que pasaba horas en el parque.

Lo que me llamaba la atención no era un anciano sentado en el parque, sino que, a pesar de no recordar nada, siga llegando al mismo sitio y que su inusual mirada siga mirando hacia la tienda Floren Floral Carmín y que, después de agachar su cabeza, descendían de su rostro un par de lágrimas que prometían ser tan sentidas como que brotaban del manantial más puro de su alma.

Don José no lo recuerda, pero mi mente sí, en nuestra última charla su memoria aún conservaba dibujitos de felicidad y nostalgia.

"Tengo dos monedas y quizá dos minutos para no perderme, ¡comentó!.

"Aquella dama que se encuentra tras la ventanilla amarilla vendiendo, es la mujer por la cual mis días tuvieron sentido. Anda niño, compra dos chupetes para que puedas percibirla de cerca".
Sentados en la banca de aquel parquecito palomero, con dos chupetes en mano, prosiguió...

"Mi amor por ella siempre fue puro y efusivo pero mi edad constantemente me apartó de su ser; sus padres y la vida jamás lo permitieron; en aquel tiempo ella era aún muy joven y mi piel ya no tanto, aunque mi espíritu sí. Hoy ella tiene un cariño acordé y yo un pesar que me llega cada vez que la enfermedad se me pierde.

"Fui cantante y poeta porque el sentimiento así lo quiso, al contrario de otros que nacen con el don o lo pulen por puro sueño. Mi sentir tenía su nombre, Zenaida.

"Bailé un par de veces bajo faroles de luz con tan solo un beso de su boca, nunca lo notó. Al final terminó creyendo en lo que todos: un viejo verde tras una florecilla saliente".

Esperaba que don José continuará con la historia. Tan solo pregunto por qué estaba ahí y quién era yo.

Imagen: "Ventanas", de Alfredo Aguilera. 1950. España