"Un día cualquiera", de Carlos Fernández Espinosa

23.03.2019

Los muertos aquí lo pasamos muy bien entre flores de colores.

Son las 5 de la madrugada. Lunes. El fin de semana me sentó fatal. Mi nuevo compañero de habitación sigue roncando. Él está en el turno de tarde. Sólo lleva un mes con nosotros y ayer vino la ertzantza a buscarlo porque decían a había dejado a una chica del pueblo que ya estaba de tres. Menudo susto. 

La vida da extraños compañeros de viaje. Me ducho, desayuno y a las 6 en punto ya estoy controlando las entradas y salidas de vagones que han habido durante la noche.

Estamos en los llamados años de hierro. Esperemos que los de Herri Batasuna no nos pongan barricadas en las vías. 

Próximo tren procedente de Irún con destino Alicante; efectuará su entrada por vía 1. Presten atención al cruzar las vías. No olviden sus objetos personales.

El otro día una señora que iba al funeral de su madre, perdió el tren y por poco casi se desmaya. Otro día, en El portugués, a un viajero se le explotaron las varices y tuvimos que llamar a una ambulancia. Todos los días pasa algo.

La hija del jefe de estación es pintora y esta tarde va a inaugurar su exposición. Estamos todos invitados y vendrá un fotógrafo de El Diario Vasco. Somos famosos. También quiere ser actriz, pero hasta ahora sólo ha intervenido como extra en una película de Montxo Armendáriz, pero porque era su profesor en la Universidad. Su hermano se metió en política y ahora anda amenazado y con escolta.

La jornada en una estación de tren de un pueblo de la Euskadi profunda siempre es igual, pero también siempre es diferente: gentes que vienen y van, obreros, algún turista... La taquillera y la kioskera charlan en sus ratos libres. En Paquete Exprés siempre hay algún problema y el cartero siempre pregunta dos veces cuándo llega el tren postal. Hace poco asaltaron el tren correo y se llevaron la recaudación de la estación, como en las películas, y también dieron una paliza a un vigilante. 

Por la noche, en UHF proyectan Calle Mayor ,de Bardem, y por un momento me veo como el protagonista: encerrado en un pueblo donde todos se conocen y donde todos creen saber si vas o si vienes y, lo que es peor, si eres o no uno de ellos. Lo primero que me preguntaron nada más llegar es si era o no nacionalista y no supe qué responder.

Medianoche. Mañana será otra día. 

Ya se que la belleza permanece siempre en el recuerdo y que nunca más volverá el esplendor sobre la hierba pero el cielo puede esperar. Los muertos aquí lo pasamos muy bien entre flores de colores.