"Solo un personaje" de David Monge Vargas

16.10.2021

¿Saben? ¡No quiero morir!, y lo grito a la nada, con la voz más fuerte que mi pecho pretenda expresar, ¡No lo acepto!, ¡No!, nada de lo acontecido ha sido mi culpa, nada; sé lo que están pensando, pero no es así, el crimen se cometió por instigación premeditada no por voluntad, por la soberbia actuación de alguien más, un ente, un ser, no sé como llamarlo, algo con poderes más allá de mi entendimiento, ¡Ese ser es el culpable!; si han de dedicar improperios, señalamientos o pensamientos abyectos, es a eso; eso que se aparece cada día al caer la tarde y desaparece a su antojo, que mueve los hilos de mi vida sin la menor ética o moral, sin siquiera molestarse en conocer mi propia angustia, amo de mis acciones y hasta de mi raciocinio.

Al principio no le reconocí, su entretejida estrategia la ocultaba en mis narices, y yo incauto caí de bruces. Recuerdo los primeros días, los viajes llenaban mi agenda, yates, clubes, mujeres, algo de droga no lo niego, vida opulenta, fantasiosa, fatigada, repleta de adulaciones y morbosas insinuaciones, ¿Quién no querría una vida así, eh?, yo no pedí una vida así, nací en esa vida, no conozco otra, ni quiero conocer otra. ¿Que si era feliz?, qué sé yo, ¿Quién de ustedes es completamente feliz?... qué estupidez encontrarme aquí intentando ser escuchado, cuando yo mismo soy el único que atina a mi voz desesperada, a solo un instante para que el texto que me da vida se consuma y la nada ocupe mi puesto; la fría sensación de soledad y de olvido se pasean por mi mente efímera en este momento.

Es ahora que me viene a la memoria la vil trama de la que fui presa, elaborada estructura, preparada con el único fin de coaccionar mi proceder, inconsciente por completo de la manipulación de mis acciones, lograron vanagloriarme en una vorágine de emociones insensatas, con el único fin de llevar al límite mis afanes arrogantes de notoriedad pública, un plan tejido en mi contra para luego boicotearme violentamente y la verdad no respondo bien al fracaso, me convertí en la víctima, ¡sí, víctima! de la traición. El dinero no crece en los árboles ¿saben?, ni se zanjea con solo esfuerzo y tesón, una persona acaudalada como yo debe constantemente cuidar de sus intereses de la manera que considere conveniente, por supuesto nunca imaginé, ni por un ápice, que el desenlace fuese tan trágico, pero insisto con vehemencia, yo no urdí semejante trama, ¡No fui yo!

Como era costumbre, a la hora en la que el sol de la tarde intentaba en vano mantener su luz dentro del ático, Antonio subía de golpe las escaleras de madera crujiendo lastimosas bajo su ímpetu, feliz y afanoso regresaba a su asiduo refugio. Una aglomerada biblioteca que tocaba todas las paredes en una suerte de ciudad letrada, apenas dejaba espacio para su escueto escritorio y su compañera electrónica de teclado bicromático, cómplice fortuita de su ingenio novelista. Una vez más la luz de la pantalla remarcaba las facciones de Antonio mientras abría el documento, segundos después, las letras se espejaron en sus anteojos de pasta negra mientras continuó escribiendo el capítulo que el día anterior dejó inconcluso, inspirado, colocó sus manos sobre el escritorio y sus dedos, casi de forma instintiva, comenzaron a deletrear; "Dante Trigueros, el acaudalado magnate, jamás imaginó que su plan traería como resultado su propia muerte, ni todo el dinero del mundo le hubiese podido salvar de su destino, ahora su cuerpo yace en la habitación del hotel, su otrora potente voz, intimidante y provocadora, no se escuchará nunca más."

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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)