"Sin conjeturas" de Melissa León

Posiblemente necesite un juicio sobre lo que voy a escribir, pero si algo queda claro es que la moral la he dejado guardada en un baúl con candado, cual llave se hundió en el mar.
Qué enajenación es poderme desnudar ante ti, no solo en el aspecto terrenal, contigo mi alma se sienta a tener conversaciones que posiblemente no se hablen con nadie, y es que el alma reconoce a sus iguales y ahí estamos como 2 animales en plena selva desgarrándose.
Lo que pasa en una habitación debería quedarse entre los 2, pero qué egoísta seria si no le muestro a los mortales, lo que nos sucede, tal vez les demos esperanzas, envidia o un poco de ambas o tal vez solo lo quiero plasmar para tener un recuerdo más vivido de lo pasa, por puro ego y morbo si lo quieres ver.
Qué manera de compartir tu aliento conmigo, ese aliento cálido, lleno de deseos que no me puedes decir con palabras, pero se notan hasta en la planta de tus pies, y es que tú y tu desnudez me dejan paralizada, y entonces me sientas en esa cama y me abrazas como si fuese la última vez que me vieras, me besas y reconozco ese sabor, veneno, puro, pero sé que voy a volver por él las veces que sean necesarias, bien dicen que: "lo que no te mata te hace más fuerte", y eso sucede y sucederá; y comienzas a tocar mi piel, siento tus dedos ligeros, pero tu palma áspera, las sensación es extraña, es pasar del placer al dolor en segundos, y vas quitando mi ropa, poco a poco, hasta que me tienes ahí desnuda, sin nada, sin pretextos, sin juicios, sin remordimientos, sin pena, creo que lo único que me queda es el amor que te transmiten mis ojos, que todo el tiempo observan los tuyos, ¡malditos ojos que tienes!, es perderme en el maldito desierto, me están matando pero no puedo salir, no hay manera y, siendo honesta, tampoco quiero, qué masoquista e irónico es el amor que te tengo.
Y vas hacia mi espalda, entre mi sudor y tu saliva, se crea una sensación de niebla, que cubre poco a poco toda mi piel y a instantes le prendes fuego cuando me rasguñas y muerdes, y mi "yo" está en trance, no entiendo nada, solo me dejo llevar, yo solo dejo que me lleves, a donde tú quieras, qué sumisa me volví ¿verdad?, pero sé que disfrutas tanto mi sumisión como yo que me domines.
Volteas mi cuerpo, me besas y me dices que me amas, se siente tu amor, me lo pasas con tu saliva; rasguño y muerdo tus hombros, me aprietas a tu pecho con fuerza, me penetras y entonces nuestras pieles se funden, y entra en mí una sensación de euforia, siento tanto que no puedo describir qué es, no existe; me pones arriba de ti y entonces me das el control, me siento como una diosa, ¡soy una diosa!, veo tu cara de placer, que te retuerce y te hace cerrar los ojos, no cabes en ti, tocas y raspas mis pechos, nos vamos perdiendo ambos en el deseo, se siente una atmosfera densa, que te quema, cada parte, no pasa el tiempo, entre nuestros gemidos, algo llega a su máximo y termina, qué gozo es sentir como te apagas en mí.
Me recuesto en tus brazos, nos miramos y decimos cuánto nos amamos, y es que hemos hecho de nuestro amor una montaña rusa, besas mi frente y vas tocando toda mi cara con tanto amor, que me llenas de nostalgia, quiero llorar, y es que aún no puedo creer cómo me miras y cómo rozas mi piel, le pido a quien me escuche que este tiempo sea eterno, que contigo me desgarre y me cure siempre.
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Imagen: Autor, CIRO MARRA