"Reality Show" de Alexis López Vidal

21.09.2022
Desde el principio fueron evidentes las complejidades, y aristas, de un "reality show" que pretendía la convivencia de filósofos en una playa tropical: para algunos, como Zenón de Citio, no en vano apodado el Estoico, la experiencia apenas representaba inconveniente alguno, mientras que, para otros, como Diógenes de Enoando, ferviente epicúreo, las privaciones derivadas del concurso suponían una permanente frustración. De tal modo que, para embeleso de los televidentes, arrebatamiento de los tertulianos de sobremesa y delirio de los tuiteros, las disquisiciones filosóficas, las peleas por el reparto de las raciones de arroz y las confesiones en torno a la hoguera comenzaron un lento pero inexorable reinado en los "ratings" televisivos.

A propósito del fervor de los seguidores para con el formato, cabe reseñar la primera noche de expulsiones, momento culmen de un folletín que se había gestado en días precedentes: Aristóteles, por su condición de polímata y científico, además de filósofo, se había involucrado activamente en las más diversas actividades y se suponía un factótum en la playa; sin embargo, una conjura orquestada por Maquiavelo tuvo como consecuencia su nominación para abandonar el "reality". Aún resuenan en los "zappings" las palabras de Aristóteles en el momento de consumarse la traición: "Ô phíloi, oudeís philos! "(¡Oh amigos, no hay amigo¡"). Mas es reconocido el sentido de la justicia de los fanáticos de este tipo de programas, practicado en forma de diatribas ejemplarizantes en redes sociales o, como en este caso, con el ejercicio de su sacrosanto voto. Aristóteles permaneció en el concurso y en su lugar se expulsó a René Descartes -cuya aportación a los minutos de "prime time", por otra parte, era escasa; desde el comienzo permaneció sentado frente a la orilla del mar, ensimismado, y solo ocasionalmente rompía su hermetismo para defenderse de aquellos que le recriminaban su actitud de "mueble" y le insistían en que no existiría para la audiencia si no participaba de la convivencia a ojos de la cámara, a lo que alegaba que el mero acto de pensar justificaba su existencia y su continuidad en el formato. Razonamiento que, a la vista está, no acabó de convencer a nadie -. Por desgracia, el sabio de Estagira se vio obligado a desistir poco después, debido a un ataque de gota en la pierna causado por la ingesta masiva de mariscos.

Mención aparte merece la participación de Agustín de Hipona, uno de los primeros favoritos de la audiencia, tanto por su pericia para encender fuego -por medio de la razón y de un chisquero, además de una migaja de fe- como por sus trifulcas con Teodoro el Ateo. El "hashtag" #AgustínOnFire se mantuvo como "trending topic" durante semanas.

Otro de los puntos álgidos tuvo que ver con Platón y sus quejas al respecto del trabajo de los guionistas y de la selección de cortes y "totales" emitidos: en su opinión, la cadena mostraba una versión sesgada de la convivencia, apenas sombras de la realidad en la playa. Este malestar llevó al filósofo a adentrarse en la espesura de la jungla como medida de protesta, lo que causó una enorme consternación en el equipo de producción hasta que dieron con el griego, días después, en el interior de una caverna.

El "share" se mantuvo estable durante meses, y no pocos espacios de la parrilla televisiva acomodaron sus contenidos al "reality show", si bien, por alguna inexplicable circunstancia, al cabo de un tiempo el número de personas al otro lado de la pantalla comenzó a decaer. Puede que tenga que ver con el hecho de que, con el transcurso de las pruebas de recompensa -pugnando por un trozo de pizza o una hamburguesa vegana-, los participantes dejaron de filosofar y se convirtieron en sujetos vulgares, animados solo por el instinto de perpetuarse en antena y de llenarse el buche, algo demasiado familiar para cualquiera. Por fortuna, y ya que a nadie acabó por importarle el triunfo de Nietzsche, convertido en todo un superhombre, se habla de un nuevo proyecto: la reclusión de artistas atormentados en una casa. Van Gogh y Hemingway ya suenan como los primeros concursantes.

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Imagen: Obra de la pintora Rosa Salinero Rojas (Vitoria / Ciudad Real)