"Realidad", de José Antonio Guzmán Pérez

22.03.2019

Habitación oscura....desidia, colillas de tabaco.

Tumbado sobre el suelo, bocabajo, mechones de pelo cano sobre mi cara.

Febril, pido al sueño que me conduzca al subconsciente.

Falúa desmembrada, jirones por velas cuajadas de despedidas. Mareas cambiantes, gigantescas olas de egoísmo, me hicieron zozobrar, antes de llegar a una playa calma.

Lo no visible se tornó visible y lo intangible me permitía acariciar sus formas. Podía leer las promesas dejadas en el fondo del Aljibe y acariciar a las pequeñas golondrinas, en su nido en la oquedad de un esbelto Minarete. Impregnar mi cuerpo con la tierra húmeda, cuando la lluvia ofrecía agua a las plantas. Descansar las manos sobre las paredes de cal que compartí con mis ancestros y cual latidos que dan vida al corazón, escuchar sus voces, sentir su cercanía como ayer, como siempre.

Alcanzar el onírico Universo, danzar cual jirón de terciopelo entre girasoles. Libélula que detiene su destino en una gota de tú, aún, fresco perfume, néctar de perlas que descendían sobre tu pecho. Busco con la agonía de la añoranza, tú nombre en un libro en blanco, que disimula su soledad en el anaquel, coloreando su vacío con los pétalos secos que dejabas entre sus páginas.

Soy mi verdad....

Acompañado del silencio que expresa, soledad, esboza con toda delicadeza, el encuentro de dos cuerpos que se entregan el alma.

Soy el silencio....

Diario secreto que plasma distintas caligrafías. Cristal donde reflejo instantes tan verdaderos como furtivos, tan aparentemente efímeros, pero marcados para la eternidad.

La eclosión carmesí de tus labios, la conservo en aquel programa de cine, que el tiempo empieza a poseer con su patina, tu eco, tu voz que tantas veces mecía mi copa bebiendo de mis labios. Era, soy y lo peor, seré. Ecos de sonrisas en mis oídos, cuerpo que fue de abrazos, pesan hasta la locura mis instantes.

En la penumbra de mi habitación, entreabierta la ventana, incorporado junto a la cama, entre suspiros de ensoñación, esbozan mis brazos una quimérica danza con un haz de Luna. Dedos de jazmín dulcifican mis lágrimas, demasiado silencio.....

No creo que haya lugar en la tierra, que me haga olvidar mi desdicha. La luz me inquieta y ver vestirse de azul a la dama de noche, trae a mi memoria cantares susurrados en mis oídos, hasta la más delicada brisa lleva tu nombre, me conforta la parca recitándome el final.