"Prisas sobre un asfalto caliente 0.0." de Jota Zarco

08.08.2021

Por norma, nunca suelo perder el culo por un autobús, ya que no suelo tener prisas. La verdad es que tampoco se me suelen presentar motivos realmente serios para acelerar la marcha en caso de verlo a lo lejos, pues siempre (o casi siempre) procuro ir a los sitios con tiempo de sobra; agradecido defecto que heredé de mis padres. Lamento reconocer que soy también algo comodón.

Llegué; me levanté de mi asiento, pulsé parada y apenas se abrieron las compuertas y bajé mis pies a la calzada a peso muerto, un muchacho con el pelo cortado al cepillo y con cierto aire de cantante tecno pop, pasó veloz como una centella a mi lado, quemando suela con el corazón en la boca y echando los bofes, con una mochila de espalda que colgaba de su antebrazo y que bailaba violentamente por las sacudidas de su amo, justo cuando el bus circular de dos unidades cerraba sus compuertas y arrancaba a toda velocidad para perderse con el tráfico, sin piedad por un adolescente que perseguía el vehículo, aporreando la puerta principal, ante la maliciosa indiferencia intencionada del conductor que abandonaba el carril bus.

Aquel pobre chaval fatigado detuvo su carrera y, furioso, estuvo a punto de estampar su mochila contra un asfalto que docenas de vehículos recorrían a diario, gritando.

- ¡Sí te agarro! -. Volvió resignado a la parada junto a los otros peatones, que lo miraban sorprendidos por su actitud apasionada, mientras esperaban otro bus. Volví mi mirada al frente, sin poder evitar mirarle de reojo. Un chico que respira todavía encolerizado, por haber perdido una oportunidad de marcharse de aquel lugar, por culpa de un cerdo con prisas por terminar su turno lo más rápido posible.

¿Qué motivos llevaron a ese adolescente a embestir de forma temeraria a un bus que pasa de normal?... Pienso un buen rato y reflexiono: ¿Una chica?; no hay demasiadas excusas para que un adolescente coja prisas, más qué esa, la verdad.

Me aprieto los sesos, especulando que aspecto tendría en caso de ser una "ragazza"... y recurro a una posibilidad: Youtube y sus videos musicales. Pienso en Video Gamers primero y las descarto de inmediato. Debe ser algo más sencillo. ¿Booktubers?, no sé. Mejor cantantes pop. Hay aficionadas que cuelgan por su cuenta videos con versiones de éxitos populares de lo último que sale en la industria, y lo cantan de forma admirable; en ocasiones superando al original. Me imagino cerca de una docena de rostros para mi aspirante a novia, y elijo finalmente uno intencionadamente; es pelirroja rizada, tiene pecas en las mejillas y un metro y medio de estatura. ¿Ojos verdes? Le he puesto al chico el listón bien alto; que no se me queje. La veo esperando en una parada con un esqueleto metálico y paredes de cristal, manipulando un móvil. Es una calle solitaria de un barrio que no me es desconocido.

Si es caprichosa, mirará el reloj digital de su móvil unos cinco minutos antes de dar la hora, le mandará un mensaje y se largará sin dudas ni remordimiento. Si es tolerante y romántica, esperará sin dudarlo a ese muchacho con aspecto a lo Dave Gahan (el cantante de los Depeche Mode) que la trae un regalo en su mochila. Quizá todavía tragándose la rabia por un conductor de bus, al que hubiese golpeado por su lacerante indiferencia. Yo me he sentido así a veces.

Imagino el segundo bus llegar a la parada, y el adolescente de uno ochenta y dos bajar con su ramo de flores en la mano, deteriorado por las sacudidas de su carrera, para poder recibir a su chica con un tierno abrazo.

- Perdona por las rosas blancas, están algo maltrechas.

- No pasa nada.

Quizá me pasé de romántico, e igual fui demasiado optimista en mi especulación imaginaria, y una parada vacía que encontró ese pobre chaval tras su inútil carrera. O en el fondo demasiado fantasioso en mi especulación imaginaria, como solemos serlo todos los literatos. ¿Y si no hubiese ninguna chica y ningún amor, siendo realistas?

Quién sabe, a lo mejor ese muchacho solo tenía prisas y solo quería llegar a su casa, después de todo.

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Imagen: Autor, CIRO MARRA