"Paradoja" de José Luis Guerrero Carnicero

29.04.2022

En aquel 31 de diciembre de 1.921 la pandemia de gripe española que había asolado el mundo, estaba casi extinguida. No obstante, el miedo atenazaba a todos los habitantes del planeta.

Era curiosa la actitud de los seres humanos: La pandemia había comenzado en 1.918 y a pesar de haber causado millones de muertos en su primer año, parecía que nadie le daba la importancia que tenía hasta que no hubo una sola familia que no tuviese que lamentar alguna víctima. En la Navidad de 1.921 ya solo había algún caso aislado, desde los medios de comunicación se mandaban mensajes de optimismo, pero todo el mundo evitaba los contactos con otras personas en la medida de lo posible, y nadie caminaba por la calle con la boca descubierta.

Carlos llegó con diez minutos de adelanto a su cita con Emilia y buscó una mesa en la cafetería que habían establecido como punto de encuentro. Llevaban tres años sin verse y no podrían darse dos besos ni un abrazo.

- Hola Carlos

Escuchó a su espalda cuando se disponía a dar el primer sorbo al café que le acababan de servir

- Hola Emilia - dijo Carlos al volverse y ver a su amiga. Si no fuese porque la estaba esperando quizá no la habría reconocido, ya que llevaba la cara cubierta con su bufanda. Instintivamente se levantó e hizo un gesto de aproximarse, pero ella retrocedió un paso para evitar cualquier contacto.

- Perdona, he sentido tanta alegría al verte que me he olvidado de las precauciones -se disculpó Carlos sintiendo una punzada de vergüenza.

- Ya, no te preocupes, lo entiendo -contestó ella con tristeza mientras rodeaba la mesa para sentarse frente a él -. Ojalá fuese verdad que ya hubiese terminado esta pesadilla, pero se ha llevado la vida de mi madre y de mi hermano, y eso es algo difícil de superar.

- Sí, me enteré de tu perdida, lo lamento mucho.

- Gracias. Yo también me he enterado de que murieron tu padre y tú primo.

- Sí, y mi mejor amigo -añadió Carlos con voz compungida.

- Ah, eso no lo sabía.

- Sí, mi amigo Roberto. Murió en primavera.

- Vaya, pues lo siento mucho. ¿Quién no ha perdido a alguien con esta maldita pandemia? -preguntó de forma retórica Emilia.

- Afortunadamente, según dicen, ya está prácticamente erradicada.

- Eso dicen, pero ¿quién nos va a quitar el miedo? Nada volverá a ser igual.

- Supongo que con el tiempo -contestó Carlos intentando imprimir a sus palabras un optimismo que no sentía.

-¿Sabes? Ayer terminé de leer una novela de un escritor inglés que se llama H.G. Wells.

- No le conozco -dijo Emilia.

- Yo le auguro un gran futuro. En esta novela que te quiero comentar, habían inventado una máquina del tiempo con la que podían viajar al futuro, y ¿sabes qué pensé?

-¿Qué? -preguntó Emilia expectante.

- Pues que si existiera esa máquina y la tuviésemos aquí ahora mismo, nos trasladaríamos cien años en el futuro, iríamos tú y yo al 31 de diciembre del año 2.021 para podernos dar un fuerte abrazo en un mundo libre de pandemias.

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Imagen: Obra de la pintora Edurne Gorrotxategi