"Nunca es demasiado tarde" de Manuela Rodríguez Jiménez

Acababa de cumplir 87 años. Había tenido una larga vida junto a Mariano, su marido y padre de sus 5 hijos. Vivian en una Residencia desde hacía 5 años y hacía solo un mes que el único hijo que tenía vivo, Marianín, había fallecido.
Toda su vida había girado en torno a su marido y sus hijos. Vinieron casi de seguido: En aquellos tiempos no había más entretenimiento, a las 8 se hacía de noche y todos a la cama, y en la cama ya se sabe....
Su marido no fue mal hombre, aunque en casa solo paraba para comer y dormir y lo otro, ¡claro!. Pero nunca tuvo una bonita palabra para ella o sus hijos, ni una caricia, ni una mirada de complicidad... nunca se preocupó si los niños estaban enfermos, o si iban bien en el colegio, o si necesitaban una caricia o una palabra de ánimo de esas que solo saben dar los padres.
Y Angelito era como su nombre, un niño que nació enfermo y que les abandonó siendo un niño: ¡un angelito!.
Se levantó esa mañana y quiso hablar con la directora de la Residencia, - sin falta - le dijo a la Auxiliar que fue a despertarlos a primera hora de la mañana.
A media mañana la buscó la directora; la encontró en el salón al otro lado de la mesa en donde estaba sentado Mariano. Era habitual verles pasar la mañana en esta actitud; ella, ojeando el diario; él, sumido en sus pensamientos. Otros usuarios dormitaban plácidamente en sus sillones reclinables o paseaban arriba y abajo del amplio salón.
- Hola, Gloria ¿Querías hablar conmigo?
Sin dilación y con su mayor determinación, Gloria casi le escupió en la cara:
- ¡Quiero el divorcio!
Perpleja, la directora casi sin palabras, la cuestionó:
- ¿Cómo?
- ¡Pero si tienes casi 90 años! ¡Llevas 70 años con Mariano, es tu única familia!
Poco a poco, la directora recobró el centro y la preguntó:
- No entiendo Gloria, ¿Por qué ahora después de tantos años?
Ella, calmadamente, pero con la resolución que da el convencimiento, le contestó:
- He estado esperando a que murieran todos mis hijos para poder divorciarme.
- No quería exponerles a la vergüenza de ver a sus padres divorciados.