"Más allá de la compasión" de Almudena Gracia Castro

¡Después de tantos años y aún no he podido olvidarla! Sus ojos, negros y profundos como la noche, siguen ahí, observándome. Su recuerdo provoca en mí una mezcla de fascinación y curiosidad. No fue amor, ni pasión, ni tan siquiera atracción, sin embargo, algo en su interior, en su mirada, despertaba la fiera que llevaba dentro. ¡Había tanta fuerza en su fragilidad, tanta belleza en su vulnerabilidad! La sometía, la poseía, pero jamás llegué a dominarla. Nunca se rindió y aunque entregara su cuerpo y se dejara hacer, su espíritu seguía intacto. Aquellos encuentros tenían más verdad que toda mi vida entera. Mi juventud pasaba ante mí como una auténtica farsa. ¡Tantas historias! ¡Tantas mujeres! Todas atraídas por el uniforme y el alto rango. Parecía que vivía el mismo momento una y otra vez: las mismas palabras, los mismos suspiros, los mismos jadeos. Se diría que todas habían ensayado su papel y como hermosas muñecas se movían al ritmo que yo marcaba. El deseo y la pasión hacía tiempo que me habían abandonado, a pesar de todo, me sentía inmerso en una especie de lujuria que, cual hiedra, se iba apoderando de mí. En el fondo lo que buscaba era una mujer que me rechazara, que presentara batalla y que no se entregara tan fácilmente. Sentir la emoción de cazar la presa, perseguirla y obtener el codiciado trofeo. Ella había sido la única que se había atrevido a enfrentarse y, aunque podía haberla torturado o ejecutado, prefería mantenerla con vida. Su odio y su desprecio eran una motivación para mí. Cuando se unían nuestros cuerpos podía sentir su rabia y su asco. Su corazón latía con fuerza y, a pesar de mis intentos, nunca conseguía domarla. Como un potro salvaje luchaba por su libertad y, aunque siempre perdía la batalla, su alma se alzaba victoriosa. Nunca olvidaré el día en que la vi, junto a otros desdichados, caminando hacia la muerte. Serena y tranquila parecía asumir su trágico destino. En ese momento, sentí, por primera vez, lo que era la compasión.
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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)