"Lección de historia" de Omar Rubén La Rosa

13.07.2022

Resignada la niña se apoyó contra la ventana, para tener mejor luz, y abrió el libro de texto.

Estudiar, siempre estudiar, todo el mundo le decía que tenía que estudiar. ¡Qué fastidio!

- ¿Para qué tanto estudiar? -pensó en voz alta.

- Para que no te engañen -fue la escueta respuesta de la aya.

- Pero ¿cómo voy a evitar que me engañen estudiando historia?

- Pues, ven niña, mira -la voz ya no era de la aya.

- ¡Madre! -se alegró la niña, contenta de ver a su progenitora, cosa que cada vez le resultaba más difícil. Era una alta funcionaria mundial y, por lo que había escuchado, últimamente estaba muy ocupada.

- Ven niña, mira aquí.

Obediente, alegre de disfrutar la compañía de su madre, observo atenta la pantalla...pero a poco el semblante le cambió, se puso sombría y cuestionó.

- ¿Por qué me haces ver esto madre?. Es una película de guerra y a mí no me gustan las películas de guerra, muere gente, los chicos lloran y todo es desgracia, maldad

- No es una película, es un programa de noticias -aclaró la mujer-, presta atención, ¿ves ese hombre? -justo la imagen se centraba en la demacrada figura de alguien que parecía dirigir las tropas que estaban siendo aplastadas por sus enemigos. La niña asintió en silencio.

- Pues ese buen hombre no estudio historia y tomó decisiones equivocadas por ello. Como un tonto creyó que en verdad lo iban a ayudar por el simple hecho de que su causa era justa.

- ¿Y no lo era?

- Eso no nos corresponde a nosotros decidirlo, pero él debería haber sabido que no existe en toda la historia de la humanidad un solo ejemplo de alguien que haya peleado una guerra por otro y no se haya quedado con todo. Aprende esto hija, no inicies batallas confiando que otros las pelearan por ti -sentenció madre, luego le dio un tierno beso en la frente, tomo su bolso y salió hacia el aeropuerto.

Ella se quedó mirándola, ¡cómo admiraba a esa lejana mujer!

Un asomo húmedo quiso correr por su mejilla, deslizándose desde sus ojos, pero prontamente lo seco, había que aprender a no mostrar debilidad.

Volvió a ubicarse contra la ventana, con el libro abierto, y siguió leyendo.

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Imagen: Obra de la pintora Edurne Gorrotxategi (Getxo, Bizkaia)