"Larga vida a la señora" de Sonia Ruiz Corcos
Larga vida, mi señora.
El trono más codiciado al fin tenía dueña. Después de años de interminables guerras, conquistas de territorios y miles de muertes, ahí estaba ella, más fuerte que nunca con sus mejores galas y las pieles de las bestias cazadas para su pueblo.
No fue tarea fácil pelear por lo que le pertenecía legítimamente, muchos quisieron aplastarla, pero no pudieron con su tesón y sabiduría. Todos los que lo intentaron perecieron tratando de robarle su lugar y en la lucha por la vida ella era experta combatiendo como gato panza arriba.
Experimentada y empoderada, dispuesta a cambiar el rumbo de su pueblo y hacerlo el más próspero de la historia, fueron muchos años de esfuerzo bajo su gobierno.
Quería que se hablase de los "lenus" hasta pasados mil años, con orgullo y admiración.
Las normas de convivencia eran simples y concisas:
• "No hagas lo que no quieres que te hagan".
• "Prospera y comparte tu conocimiento."
• "Respeta la ley y a tu señora".
Ella era juez y verdugo, nadie osaba a contradecirla puesto que su clarividencia varias veces demostrada le hacía elegir las mejores opciones en cada momento.
No cabía duda de que lo suyo era un don, había conseguido mejorar la calidad de vida de su pueblo a niveles insospechados, por eso era respetada y querida.
Más que reina, madre. Cuidaba de los suyos y se implicaba al cien por cien con cada uno de ellos.
Nunca hubo mejor reina, ni los ancianos pueden recordar alguien tan especial.
Construyó puentes y poblados junto al río, propició la labranza y la caza. Instruyó a todo caballero o doncella que deseara conocer las artes de la guerra sin distinciones de sexo, fue visionaria en el estudio de antiguos textos sagrados y gran experta en la magia. Se encargó personalmente de que todos los habitantes del asentamiento conocían las nociones básicas en magia y alquimia, por eso hoy se la recuerda como la gran alquimista y divina, reina de los "lenus".
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Imagen: Obra de la pintora Edurne Gorrotxategi
