"La vida sigue igual" (J. Iglesias) de Julio Herrero Romero

27.10.2020

El ruido se iba acentuando. La multitud se agolpaba en la calle frente a la casa desde hacía un buen rato y los insultos y agresiones verbales menudeaban mientras la cara de los reunidos reflejaba la preocupación por lo que estaba pasando desde que decidieron mudarse a aquella casa, buscando la protección que la anterior no podía darles. Los escoltas les habían aconsejado hacerlo y ahora, a pesar de los gritos que venían del exterior, se alegraban de haber tomado aquella decisión. Mientras, los niños seguían tranquilos jugando en el porche ajenos a lo que estaba sucediendo. Desde la llegada de su padre tras los últimos acontecimientos, parecía que iban a volver los tiempos apacibles en los que el matrimonio departía, hasta pasada la medianoche, de lo que se había tratado en el foro. No eran momentos fáciles, las decisiones se amontonaban y había que volver a tomar muchas y rápidas medidas para que la situación creada por su presencia no desembocase en algo peor que los insultos percibidos tras las tapias del jardín. Ya no solo eran gritos e insultos de mal gusto, sino que algunos objetos habían volado por encima de los muros amenazando la integridad física de los ocupantes, sobre todo de los niños que ahora se refugiaban cerca de sus padres sin entender lo que estaba pasando. La conspiración urdida por sus enemigos en el Senado con acusaciones de responsabilidad criminal hacia el dueño de la casa, había conseguido aquella movilización de los más afectados por las restricciones impuestas, que en algunos casos conducían al hambre y la miseria. Un pesado ladrillo cayó con estrépito en medio del jardín y comprendieron que la situación se hacía por momentos insostenible. Era necesario pedir la presencia de la tropa armada que les había ofrecido la máxima autoridad y que nunca pensaron solicitar y mucho menos utilizar. La llamada "flagelatio" consagrada en el Derecho romano como forma de protesta ante una situación de indefensión de los que no tenían quien los defendiese, tenía limites y uno de ellos era desarrollarse en paz frente a la casa del presunto responsable.

Marco Tulio Cicerón se levantó y pidió a dos esclavos que fueran en busca de los gladiadores ofrecidos por Pompeyo.

* Basado en el libro "Dictator" de Robert Harris, que relata el asalto a la casa de Cicerón en Roma por la escasez de trigo para repartir un pan a todos los habitantes, dictado por Clodio, pretor de la ciudad y enemigo de Cicerón