"La tristeza" de Sara de Isa Hernández

08.08.2021

Me sentí triste y apesadumbrada con su partida. Pensé que no me haría caso y desistiría, pero mi madre dice que "tanto va el cántaro a la fuente, hasta que se rompe", y tantas veces le había repetido que me dejara en paz, que ahora que lo ha decidido ya me culpo, me desespero y le echo de menos. A veces no sabes lo que quieres y crees que te dan la paliza preocupándose tanto por ti, quizás porque piensas que va a durar siempre y no te planteas que un día se pueda aburrir, y eso fue lo que le pasó a Dany, que no pudo más y creyó que ya estaba bien de cansarme repitiendo que él era incondicional conmigo, que, aunque fuera solo como amigo, deseaba cuidarme, mimarme y estar a mi lado. Me había dicho que me amaba más que a su vida, que si quería lo guardaba en silencio y que no le importaría esperar a que yo aclarara mis ideas, pero que necesitaba al menos un poco de comprensión, interés y esperanza. No lo supe entender; es más, me molestaba que insistiera y me adorara de esa forma persistente, que a veces me agobiaba. Ahora estoy que hablo sola, araño las paredes y me digo una y otra vez "¡ay, Sara!, ¡mortifícate!".

Sé que merezco esta soledad que me atormenta, y que pasaré así mi tiempo, porque no aguanto a nadie más a mi lado. Mi pensamiento refleja en mi alma los ojos brunos, profundos y bellos de Dany, y mi corazón reverbera ansioso como si no fuera real lo que me estaba pasando. Me siento triste, sumergida en su mirada y recordando todas las palabras bonitas que me brindaba y que yo despreciaba sin piedad. En la vida hay que atender a las oportunidades que se presentan en el camino porque no sabes si regresarán alguna otra vez, me repito en mis adentros. Al atardecer mis ojos quietos contemplan el arrullo del mar y otean el horizonte, como si lo vieran bailar entre la bruma. En mis fantasías lo imagino brotando entre la espuma como si de un momento a otro emergiera, y abrazados, me acompañara de vuelta a casa.

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Imagen: Autor, CIRO MARRA