"La muerte de Clara Sampedro" de Mildred Rocío Niño

29.08.2021

La empresaria Clara Sampedro fue hallada muerta en su lujoso pent-house esta mañana, con varias heridas de arma blanca. El principal sospechoso es su esposo, el senador Carlos Fernando Giraldo, quien fue puesto a disposición de las autoridades en el mismo instante en que se allanó el inmueble. La policía recibió una llamada informando sobre el terrible suceso.

Era la noticia del día en todos los medios de comunicación, en la televisión aparecía mi padre esposado, escoltado por varios hombres de la policía y la fiscalía. Mi pobre madre bajo una sábana color blanco, tapada de pies a cabeza.

Todo empezó anoche, era mi cumpleaños número veintidós, mi padre había bebido mucho. A él, los tragos le caían mal, se ponía de mal humor, cualquier cosa lo enojaba, subía la voz, manoteaba, a veces tiraba cosas. Mi madre trataba de sobrellevarlo, había invitados importantes, un concejal, amigos del club, las damas de la Cruz Roja. Tratamos de acostarlo, pero no quiso, era el cumpleaños de su única hija, tenía que estar a su lado. La parranda se extendió casi hasta las tres de la mañana. Cuando el último invitado se fue, papá, por fin, se fue a su dormitorio, se quedó dormido de una. Mamá recogió unos cuantos vasos, acomodó unas sillas, pero el sueño pudo con ella y conmigo. No supe más.

Me levanté a eso de las diez de la mañana, el celular de mi papá sonaba sin cesar. Entonces, entré en la habitación de mis padres y encontré la escena macabra. Mamá, en un charco de sangre, y papá, a su lado dormido. No lo pensé dos veces, llamé a la policía.

Tuve que ir a la fiscalía a declarar, no encontré las palabras para describir la relación que ellos tenían, era buena, era mala, preguntaron. Era normal, algunos días buena, otros no tanto. Tuve que decir la verdad, que él era alcohólico, que a veces se ponía violento. Mamá lo soportaba por las apariencias, a ella le gustaban las joyas, ir al club, las entrevistas, los viajes. No importaba el precio que tuviera que pagar.

Después del funeral llegué a la casa, por fin todo está en silencio. A papá no he querido ir a verlo, ni pienso hacerlo.

En un portarretratos está él cuando lo nombraron senador, lo volteo, no quiero verlo.

No, todo no comenzó anoche. Yo tendría quizás siete u ocho años, no estoy segura, algunos recuerdos son confusos. Cada vez que él tomaba iba a mi habitación. Recuerdo el olor a licor, algunas veces se enojaba mucho. Yo tenía miedo, siempre tenía miedo al llegar la noche.

Ayer brindé muchas veces con él, conocía bien el efecto del licor en el senador. A mamá le ayudé con unos de sus somníferos, solía tomarlos cuando él tenía sus episodios. Cuando estuvimos los tres solos no pude hacer nada más que lo razonable. Ustedes creen que ella no sabía lo que él hacía.

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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)