"La línea temporal" de Enrique Sánchez Campos

12.09.2022

«¡Uf, qué sueño! ¿Cuánto habré dormido? Me siento como aturdido y confuso. No recuerdo nada, ni siquiera a qué hora me acosté ni cual fue mi última comida. Sin embargo no me duele nada... ¡Qué digo!, si no puedo mover las piernas, ni las manos, pareciera que carezco de extremidades. Tampoco puedo hacer uso de mis sentidos. No veo nada, estoy en la más absoluta oscuridad. Trato de acomodar mis ojos a corta o larga distancia y no lo consigo. Tampoco capto sonidos, aunque intento aguzar mis oídos es inútil. No percibo olores, mi olfato no responde y, el sentido del gusto debo tenerlo atrofiado, no puedo paladear, ni siquiera noto la lengua. Carezco de tacto y no percibo contacto de mi cuerpo con superficie alguna, es como si me hallara inmerso en un fluido gaseoso estático.

No siento frío ni calor, hambre o sed. ¡Qué extraño es todo!

¿Estaré consciente o inconsciente?, ¿dormido o despierto?, ¿acaso en una pesadilla...?, no lo sé; y aunque estoy intrigado por una situación que no comprendo, en absoluto es agradable o desagradable para mí; no me produce miedo o angustia, ni me preocupa, me es indiferente y solo me causa curiosidad y extrañeza a un tiempo. Permanezco a la expectativa, algo ha de suceder.

Puede que no suceda nada, puede que me encuentre en un punto de tiempo cero en la línea temporal, esta tendría un principio y un final. El contenido de esa línea sería una sucesión de eventos observados, pero la observación ha de tener un mismo marco de referencia y contar con la velocidad de la luz. Quizás me he transformado en algo inmaterial, quizás solo soy energía que ha alcanzado esa velocidad, quizás pueda afirmar que estoy en el punto cero de la línea temporal y, si fuese cierto, tendría que esperar un nuevo Big Bang, ahí empezaría el tiempo, el inicio de otra línea temporal de eventos sucesivos tras la expansión del universo. Quizás sea esto lo que ocurre y se repite una y otra vez por ciclos. Y si soy energía y he llegado hasta aquí, debe ser porque he abandonado un cuerpo. Un cuerpo que dispondría de herramientas biológicas que le permitirían adaptarse al entorno, reaccionando a estímulos o amenazas cuyas sensaciones serían captadas por los receptores de unas células especializadas. Si el cuerpo que poseía esas capacidades no existe... ¿por qué hago estos razonamientos?

La lógica me dice que la información generada e intercambiada durante conteo de una magnitud que es el tiempo, nunca se pierde; se conserva en cada individualidad a la vez que se integra en una red espacial invisible; en cualquier caso puede ser recuperada con los medios apropiados».

De repente se originó un murmullo imperceptible que fue creciendo en intensidad, hasta convertirse en un eufórico grito de alegría. El paciente había abierto los ojos y el equipo médico se felicitaba por ello. Creían haberlo rescatado del mundo de los muertos, tras la utilización de las más complicadas técnicas y el uso de la más novedosa tecnología conocida en Biomedicina. Pero en los días posteriores tuvieron que afrontar la triste realidad, y decayó el estado de ánimo de todos ellos cuando neurólogos, psiquiatras y psicólogos terminaron su trabajo y les comunicaron que el paciente no se recuperaría nunca; aunque tenía los ojos abiertos permanecía en otro lugar, un lugar que no era el mundo de los muertos ni el mundo de los vivos, seguramente se hallaba en el punto cero de la línea temporal.

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Imagen: Obra de la pintora Rosa Salinero Rojas (Vitoria / Ciudad Real)