“La historia de una estrella” de Agurtzane Apellániz Frutos

01.03.2021

Esta historia que, con vuestro permiso, os deseo narrar, ocurrió hace muchos años, lejos de este lugar. Esta historia es real. Una noche Tomoe, la niña de esta historia, observaba con atención y a la vez con cierto temor, el firmamento pleno de estrellas centelleantes.

Absorta en su quehacer no reparo que alguien por detrás, con una mano cálida y amorosa le asía del hombro. Era su abuela, la persona que más quería Tomoe. Con gran dulzura le pregunto Iris a su nieta, ¿qué miras cariño? Cogerás frío, cierra esa ventana ya; la niña, se giro rápidamente para abrazar a su abuela y en sus ojos se notaba el entusiasmo ante el esplendido espectáculo del orbe nocturno que había estado observando. Sin embargo, la abuela detectó en esa mirada que también conocía un cierto temor. Le preguntó: Tomoe ¿qué pasa? La niña, con una sonrisa le contestó con una pregunta: abuela, siempre estaremos juntas ¿verdad?,

Los ojos verdes y de mirada dulce, además de sinceros de su abuela, tuvieron que disfrazar el brillo que emana de las lágrimas; respiró hondo, muy hondo, miró hacia el cielo y le respondió:

Cariño, ¿ves aquella estrella que brilla, la que más brilla de todo el cielo?...La nietecita miraba con empeño hacia el lugar que la abuela le señalaba con el dedo.

Si abuela claro, claro que la veo.

Pues bien Tomoe, cuando la abuela no esté a diario contigo como ahora, mira hacia allí y cada vez que esa estrella la veas brillar con fulgor, allí, justo ahí, estaré yo.

La niña quedo encantada, beso a su abuela querida y se fue a dormir. Paso un año y la niña olvido a las estrellas.

Pero quién le iba decir a ella que un 9 de diciembre volvería a buscar desesperadamente en el firmamento a aquella estrella que tanto brillaba y que su abuelita Iris le pidió que mirase en su ausencia.

Con 7 añitos, Tomoe tuvo que gritar al cielo para buscar a su estrella, porque llamaba a su abuela al oído, agarrada a ella en el hospital, en esa cama. Su abuela no la escuchaba, pero no podía ser, estaba abrazada a ella... ¿Cómo no podía escucharla?

Por más que grito la niña, no obtuvo respuesta. Su abuelita había decido viajar al firmamento y vivir en aquella estrella que tanto brillaba.

Al cabo de los años, esa niña se enteré que no era una estrella, era un planeta, un planeta llamado Venus. Esa niña creció. Creció motivada y afectada por aquel suceso, buscó explicación en el cielo y las estrellas, se hizo una apasionada de todo lo que podía estar relacionado con el cosmos y su historia, pero jamás sus ojos volvieron a brillar como aquella noche que le preguntó a su abuela por las estrellas.

Esa niña se convirtió en mamá. Más bien a una temprana edad, tuvo dos luceros, dos estrellitas que iluminaron su vida durante mucho tiempo con su presencia, sus sonrisas, sus caricias, y a esas dos estrellas les enseño a amar todo lo relacionado con la astronomía y siempre les decía: Por muy lejos que yo me encuentre, a pesar de que vuestros ojos no puedan verme, mirar siempre a la estrella que más brilla. Aquella que tanto luz desprende, allá estará mamá velando por vosotras, nunca estaréis sin mí.

Largo tiempo pasó en la vida de esta mujer y las circunstancias de su vida no fueron muy benefactoras con ella; parecía que su estrella había dejado de iluminarla.

Pero un 5 de enero la magia resplandeció de nuevo en su vida. Le concedieron el Oro, el Incienso y la Mirra, le regalaron de nuevo LA VIDA... Si, la Vida.

El planeta Venus, le mandaba la prueba de un gran amor. Su hijo.

Por eso y de parte de esta señora, de Tomoe, quiero transmitiros un mensaje:

Si existen los Reyes Magos, creedlo de verdad, y los regalos que otorgan: Son Fe, Amor, y Amistad ..Y cuando menos lo esperas, te regalan ESTRELLAS donde poder mirar y creer que viven allá las personas que un día se fueron.