"La conversación" de Érika Castañeda Sánchez

28.07.2022

Cristina estaba nerviosa, los recientes acontecimientos la habían desubicado por completo y aunque horas antes tomó algunas decisiones, no tenía claro cómo afrontar a su esposo. Sabía que Carlos llegaría pronto y a pesar de que la cabeza le daba vueltas, no estaba dispuesta a posponer esta conversación; pensó entonces que lo mejor era calmarse y esperar. Se quedó en la cocina y se disponía a encender un cigarrillo cuando escuchó la llave de su esposo penetrar en la cerradura, luego sintió cada uno de sus movimientos, el pequeño giro de la llave, la puerta que se abrió en un ángulo inferior a los 90 grados, sus pasos que avanzaban sobre el tablado del apartamento, sintió cómo descargó su maletín en el sofá y cómo se acercaba cada vez más esa inevitable conversación.

Desprevenido por completo, Carlos entró en la cocina y vio a Cristina, quien tenía un cigarrillo aún sin encender en los dedos. Con voz entusiasmada mientras se acercaba a ella, le dijo - Hola amor, ¿Cómo te fue hoy?, ¿hiciste alguna venta o sigues con tu mala racha? Luego calló unos segundos esperando el saludo de su esposa, pero ella no respondió. Levemente extrañado por la reacción de Cristina, Carlos continuó indagando - ¿Te pasa algo?, ¿estás enferma?

La preocupación de su compañero conmovió a Cristina por un instante, no era fácil dejar atrás 20 años de matrimonio. Pero sabía que no podía dejarse tentar por la nostalgia, así que se alejó de forma brusca y tomándose un par de minutos antes de hacer estallar su relación, le preguntó -¿Quieres café?

- ¿Café a esta hora? Estás un poco extraña, ¿te pasa algo?

- Creo que esta noche te conviene estar despierto.

- ¿A qué viene esto?

- ¿Extracto de almendras y un poco de crema?, preguntó Cristina mientras abría y cerraba mecánicamente los cajones de la alacena.

- No recuerdo que te hayas esmerado tanto en prepararme un café. Pero no sigas jugando, dime lo que pasa, mira que me empiezo a preocupar.

Cuando estuvo listo el café Cristina sirvió dos tazas, las puso sobre la mesa y dejó por fin de evitar la conversación. Carlos, quien todavía no lograba descifrar lo que estaba sucediendo, dio un pequeño sorbo a su bebida y enseguida señaló con tono sarcástico -Ni en nuestro primer año de casados me preparaste algo así.

Sin más preámbulos Cristina preguntó - ¿recuerdas a Anita, la hija de Antonia, la niña que cuida mi sobrina en las tardes?

- Levemente, respondió Carlos, quien inmediatamente esbozó una mueca de disgusto.

- La semana pasada olvidó su juguete en esta casa. Tony, un gracioso osito que tiene la capacidad de grabar lo que sucede a su alrededor.

- ¿Otro aparato costoso? preguntó Carlos, quien al parecer creía que el problema con Tony era económico, así que continuó con un tono malhumorado indagando. ¿Acaso se perdió o tu sobrina lo dañó? Era de esperarse, ya te lo había advertido, no es buena idea que Julieta esté cuidando niños. No me gusta tener extraños en el apartamento.

-¿Quién ha dicho que Tony se perdió? Respondió Cristina. -Lo encontré está mañana en el cuarto de Julieta. Me llamó la atención el asunto de la grabación, así que antes de llamar a Antonia para que lo recogiera, revisé su contenido. Carlos, Tony grabó todo lo que pasó en la habitación de Julieta el sábado, mientras yo dormía en el cuarto de al lado.

- Qué me estás diciendo. Yo te lo puedo explicar.

- No hace falta. Le envié el video a la policía.

- Llamaré a mi abogado, él lo podrá explicar.

- Sí, los sé, con la fortuna que le pagas, él todo lo puede explicar. Pero en este caso me incliné también por la sanción social, así que envié la grabación a dos personas más.

- ¿Pero qué hiciste Cristina? ¿Quién más tiene esa grabación? La tengo que recuperar.

Cristina, quien sabía que solo existían dos personas a las que Carlos nunca querría decepcionar, respondió. - En este momento tu mamá y tu hermano están viendo el video. ¿Crees que a ellos también se lo podrás explicar?

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Imagen: Edurne Gorrotxategi (Getxo, Bizkaia)