"Insomnio" de Faviola Llamas Guzmán

Me acurruco en su pecho tratando de sentir algo de paz. Llevo horas intranquila, manías de uno cuando no sabe qué hacer por la noche.
Él se queda dormido, yo me pongo juguetona. Su cuerpo me responde con un gruñido.
¿Qué carajo le dio a él la paz que yo anhelo?
Me alejo de ese cuerpo, me siento en el sillón y me sirvo un whisky. A él le choca que tengamos alcohol en la habitación, así que procuro esconderlo en el segundo cajón a la izquierda. Nunca lo ha notado o finge muy bien que no.
Ya voy en mi segundo vaso y no tengo ganas de dormir. Me encuentro ahí viéndolo y tomando, buscando algo productivo que hacer.
Recargo mi cabeza en el sillón, cierro los ojos dos minutos. Después los abro sólo para descubrir que mi vaso se encuentra, de nuevo, vacío.
No sé que pasa, generalmente tengo el sueño ligero, pero duermo de 4 a 5 horas corridas, en el último mes de tres a cuatro horas. En las últimas semanas, mejor no contarlas. Me arrullo con el sonido de mis pensamientos. Duermo.
El sonido del agua golpeando el suelo me despierta, es él tomando su baño matutino, eso quiere decir que son las 7 a.m., dormí tres horas. Mi cuello está torcido.
El sonido del agua ya no se escucha.
Él sale con la toalla cubriéndolo de la cintura para abajo. Me ve estirando mi cuello y dice en tono de reclamo -Deja de beber-, sonrío y contesto - Si tú dejas de dormir.
- Existen las pastillas
- Esas cosas ni tocarlas, me tumban -me defiendo- .¿Comemos juntos?
- Tengo trabajo.
Me tumbo sobre la cama. Regresa el silencio.
Él anuncia su partida. He visto el techo por más de 30 min.
Escucho el sonido de la puerta de la entrada. El único sonido que me indica la ausencia o presencia de ese cuerpo que no es el mío.
Estoy muy cansada. Me levanto, me visto y empiezo a sacar toda mi ropa del armario, la acomodo en una maleta. Agarro todo.
Escribo una nota que dejo sobre la cama y salgo de esa casa. La nota dice: Regreso cuando recupere el sueño. Belén.
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Imagen: Autor, CIRO MARRA