"Game over" de Omar R. la Rosa

30.10.2020

La presidenta, en su papel de comandanta en jefa de todas las fuerzas armadas, ataviada con un precioso uniforme "Lui Boton", se dirigía a la tropa que la escuchaba en silencio reverencial.

Desde sus hogares miles de ciudadanas y ciudadanos la seguían por las redes sociales o la tv.

- ...compañeras...-arengaba- es hora de tomar las armas. ¡Como dijera la primera trabajadora!, ¡¡nuestra compañera Martita!! ¡la puebla unida jamás será vencida! ¡Hasta la victoria siempre!- termino con las manos en alto ante la cerrada ovación de todos y todas las presentes.

El hombre, descorazonado, continuó como atontado mirando la pantalla, sin poder creer lo que acababa de ver.

- Es... es que está loca nos manda a la guerra -balbuceo, mientras veía cómo su mujer y su hija no acababan de salir del hechizado embeleso en que las había sumido el discurso.

- ¡Voy a enlistarme! -dijo por fin la hija.

- Tú no harás tal cosa, esa loca te hará matar -se opuso el padre.

- Las mujeres son el amor, no la guerra -dijo y trató de tomarla entre sus brazos, como hacía muchos años atrás, cuando aún era una niña asustadiza.

O trato de hacerlo, porque altiva la joven respondió.

- ¡Ni lo intentes macho represor, representante del más arcaico patriarcado!

- Que soy tu padre.

- ¿Mi padre? Las mujeres de verdad solo tenemos madres. ¿Se creen acaso que porque nos fecundan tienen derecho sobre nuestras vidas? Eso se acabó, son como zánganos, una vez cumplida la misión reproductiva no sirven más para nada.

- Pero... -balbuceó impotente el pobre hombre buscando desesperado el apoyo de su compañera, pero esta se lo negó.

- Yo voy con ella -respondió a la pregunta que el hombre no formuló.

Y ambas salieron hacia el centro de reclutamiento dejándolo solo.

Pasada una escasa semana de entrenamiento en las maquinas electrónicas, les pusieron un fusil en las manos y las mandaron al frente.

En el desfile de despedida pasaron a escasos metros de la presidenta, que saludaba a todas teniendo por fondo una "gigantografía" de la primera trabajadora, la gran Martita.

¡Qué bonita se la veía!, siempre tan elegante.

Y ellas, qué gallardas, mejor que cualquier grupo anterior de machos violadores, esos a los que ellas habían por fin vencido, librándose de su sujeción patriarcal.

No tuvieron que esperar mucho para entrar en combate, al son de la marcha

"No, no fui yo, ni dónde estaba, ni cómo me vestía. Fuiste tú, tú el invasor".

Llegaron a las trincheras, donde las balas silbaban y los enemigos estaban al alcance de la vista.

Prestamente las reclutas fueron asignadas a la línea de frente a cubrir las bajas del día.

La joven, llena de adrenalina ante la expectativa de demostrar cuánto valía y cómo era capaz de hacer ella cualquier tarea mejor que su padre o cualquier otro hombre, sin pensarlo dos veces tomo el fusil y disparó certeramente.

Feliz, exsultante de alegría volteó a ver a sus compañeras

- ¡Ven!, es igual que en los entrenamientos. Apuntas, disparas, y zas, un macho menos. ¡Igual que en los video juegos...-

Entonces enmudeció y sin saber por qué abrió desmesuradamente los ojos, mientras las compañeras contemplaban impávidas la primorosa flor roja que le nacía en medio de la frente.

Game over.