"Flechazos" de Esmeralda Pérez Marcos

17.10.2021

Él

Ese día había quedado con su amigo de toda la vida para ir a dar un paseo, cada uno con una chica que había conocido.

Él se presentó a esperar a "su chica" en el portal de su casa a las 5,45.

Vivía cerca de donde habían quedado, por lo tanto, si ella era puntual, no había duda de que no se retrasarían.

Llegaron al punto de la cita que era en la cafetería Nebraska, en plena Gran Vía madrileña. No había duda de que quería impresionar a su conquista, una mujer muy bonita y que le había caído muy bien.

Al poco tiempo se presentó su amigo Gabriel al que le acompañaba una chica, qué rápidamente le causó muy buena impresión. Era muy pizpireta y con unos ojos chispeantes que resaltaban en su ya bonita cara.

Pasaron a la cafetería y allí tomaron una rica merienda, siempre dentro de sus posibilidades económicas, claro.

ELLA

María trabajaba en casa de una familia, para atender al hijo que tenían, era una casa en la que sentía a gusto el trato era excelente, además de que con el niño había encajado a las mil maravillas, así que todo perfecto.

Hoy era Domingo, el día en que tenía libre para salir y había quedado con un chico que había conocido no hacía mucho en el Paseo del Prado, cuando salía con el niño a que jugara por allí con otros críos.

Gabriel se presentó con muy buena educación, pidiéndole permiso para acompañarla el rato que estuviera en el Paseo y como le había caído bien, aceptó. La verdad es que para ella que aún no había tenido oportunidad de estar con un chico de su edad desde que llegase a Madrid a casa de sus tíos, le halagaba que la escogiera para pasear ese rato. Al despedirse, Gabriel le preguntó si le apetecía salir el domingo siguiente con él y con unos amigos. Y por supuesto que aceptó.
Llegó el Domingo, Gabriel fue a buscarla a la calle Cervantes, curiosamente en el mismo edificio en el que vivió el gran escritor.

Al llegar al lugar de encuentro con los amigos de Gabriel, se fijó en el chico, se llama Paquito. (Vaya forma de llamar a una persona ya echa y derecha) y el nombrarle así era porque tanto en el trabajo como en su barrio, todos le nombraban por su diminutivo.

Le llamó la atención lo alto que era, tenía muy buena facha, pero una cara llena de granos que la resultó desagradable, pero bueno, al fin y al cabo, no era con él con quien tenía la cita.

Transcurrió la tarde y la situación empezó a cambiar, Paquito y María empezaron a caminar juntos, charlando y riendo sin parar, mientras la otra pareja, también estaban a sus conversaciones, que no parecía que estuvieran a disgusto ninguno de los dos.

Al despedirse, medio broma, medio serio dijeron: ¡¡¡Parece que nos hemos cambiado de pareja¡¡¡

Volvieron a salir juntos los cuatro durante unos pocos meses, hasta que definitivamente, la pareja María y Paco se afianzó formando una de las parejas más enamoradas que haya podido conocer.

Como es de suponer, esta historia de flechazos tiene mucha más longitud, pero en este caso, me quedo aquí, si alguna vez queréis saber más, gustosamente os lo contaré.

Soy el resultado de esa bonita historia que he comenzado hoy a contar.

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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)