"Mágico" de Isidoro Sillero Sánchez

01.03.2021

Hurgando en el profundo deseo de la nostalgia encontré su sutil mirada, que en consecuencia arrasaba conmigo, me arrastraba sin querer temiendo desbocarme de nuevo, como el caballo de enfrente. Pero era, sin embargo tan embriagador, tan bello y hermoso que no sabría como podría explicar este sentimiento tan bonito y a la vez peligroso. De repente, el aire trajo consigo una manada de olores que martilleaban incesantemente todo mi ser contagiando su ritmo a mi cuerpo, que inmóvil se encontraba. Cosquilleaban mis dientes y mi piel al sentir su brisa sobre mi cuerpo, cálida y embriagadora, sí, estaba borracho sin beber, pero era tan adicto que no podía pasar ni una sola vez al año sin probarlo de nuevo.

Solían mirarme desconcertados, pues nunca llegaron a entender la intensificación de este sentimiento, nunca llegaron a entender esta especie de amor tóxico que nos une como si fuésemos uña y carne, en este mundo tan oscuro y triste. Tantas veces lo expliqué y lo grité al cielo, pues nadie comprendía de este amor, nadie comprendía mis pasos sin control por sus senderos, escuchando una banda de música que me contaba su historia con canciones serenas y seguidas de un ritmo enloquecedor. Nadie comprendió esta locura que me hizo feliz desde el día en que nací y lo besé por primera vez. Besé sus árboles, ya grandes y sabios después de cincuenta años, besé sus calles, serenas durante el corto y el frío invierno, besé sus pájaros, que todos los días organizaban su concierto embaucando a todo espectador que se topara con ellos.

No puedo pues separarme de ti, tras verme crecer y criarme hasta convertirme en lo que soy ahora, en lo que siempre fui gracias a ti, gracias a lo que tus tierras húmedas y segadas por el hombre me enseñaron desde pequeño.
Se me rompe el corazón al tenerme que marchar sin ti, al saber lo terrible e impredecible que es la vida que se esfuma sola con el paso de los años, me parte en dos el hecho de que toda vida se tiene que marchar, de que yo me tengo que marchar y dejar de verte crecer junto a mi, junto a tus calles laberínticas por las que me perdí de niño. Pero también es impredecible el que piensen que nunca estarás en mi corazón, cuyos latidos son ya tan lentos y copiosos, puesto que siempre formarás parte de mí, puesto que formamos juntos el puzzle que te hizo nacer, con sus gentes, con sus maravillosos seres vivos que te llenan de color y con tu hermosa materia inerte que te da forma; estúpidos son los que se maravillen con altos rascacielos cubiertos de egoísmo y colores grises, los que se enamoran de las grandes ciudades con constantes incidentes. Estúpidos son, sí, porque nunca te han visto a ti, ni han sentido tu abrazo bajo la lluvia y el granizo que humedece tus cimientos, nunca han visto tus calles blancas y llenas de flores en primavera, ni nunca han conocidos a sus gentes; que la alegría traen consigo a este amado lugar.

Eres tan simple, pero tan hermoso, como la lluvia al caer tras una sequía, como los pájaros cantando su incesante melodía. Es cierto que estamos completamente unidos, tierra que me vio nacer, tierra que llevo en mi corazón, Villanueva del rey, mi gran amor, no sabes cuanto te adoro y te admiro, hermosa e imponente tierra de mi vida; aun sigo aquí, respirándote y abrazándote como la primera vez.