"El remedio" de Francisco Pascual Sánchez

El médico de urgencias no le quita ojo a ese paciente tan poco habitual. El caso es que su aspecto le resulta familiar, pero no se atreve a preguntarle.

La analítica muestra unos resultados que será preciso tratar en su Centro de Salud. Presenta una anemia importante, los hematíes demasiado por debajo de lo normal, palidez enfermiza, debilidad y colesterol disparado. Sus riñones tampoco funcionan bien, el ácido úrico le podría provocar un ataque de gota en cualquier momento.

El hombre habla poco y cuando lo hace utiliza unas palabras y modismos en desuso. Llamativo resulta también el nombre que ha dado en recepción: Juan de Silva y Rivera, marqués de Montemayor. El médico no sabe a qué atenerse hasta que decide tratarle de lo que le ha llevado hasta allí, es decir, unas fuertes molestias gástricas que, sin embargo, no revisten gravedad en principio. Le dirá que acuda con el informe lo antes posible a su médico de familia para que le hagan un estrecho seguimiento.

Le receta un eficaz antiácido y le recomienda encarecidamente que cuide al máximo su dieta; debe comer de una forma más racional para mejorar su anemia y sus riñones.

El hombre, muy serio, mira al médico. Lo único que en realidad le ha entendido a ese físico vestido de blanco es que debe tomarse ese remedio para las molestias del estómago. El resto de la jerga médica le ha resultado casi ininteligible.

Se ha producido un revuelo impresionante en la sala. Nada más abrir al público, uno de los vigilantes, al cual casi le da un patatús, se ha dado cuenta. Es un hecho sin precedentes. ¿Un robo?, ¿una falsificación?, ¿una tomadura de pelo? De momento nadie lo sabe. Lo cierto es que el cuadro de El caballero con la mano en el pecho, de el Greco, ya no es tal, puesto que el citado caballero ya no tiene allí la mano, y su gesto serio y adusto es ahora alegre y sonriente..., como si alguien le hubiera curado el malestar de estómago.

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Imagen: Obra del fotógrafo José Carlos Nievas (Córdoba / Murcia)