"El regalo" de Rodolfo C. Napán Arguiñigo

17.10.2021

Todas las noches, desde que su esposo se fue de viaje a un lejano país, ella no dejaba de pensar en aquel regalo que le prometió le iba a traer. No sabía exactamente lo que era, pero presentía se trataba de algo extraordinario; su esposo le había dicho que pocas personas en el mundo lo tenían.

- Cuando regrese te traeré algo que te va a impresionar -le decía el esposo mientras acomodaba sus últimas cosas en su maleta de cuero. Ella lo miraba emocionada. "Qué será, qué será", se decía, y de esa manera mitigaba la tristeza de no tener a su esposo por varios meses.

- Cuídate mucho, mi amor -le dijo recordando que no era la primera vez que lo hacía. Pero ahora el viaje era más largo y más peligroso.

El esposo abrazó a su hija y le besó la frente, luego hizo lo mismo con su esposa, acarició su cabello oliéndolo como por última vez. Se despidieron con las caras partidas por un viento inexplicablemente helado. Un largo silencio reemplazó sus lágrimas.

Había pasado tres meses. La noche anterior, su hija tuvo fiebre. El doctor que la atendió dijo que no era nada peligroso, y que era efecto del cambio de estación. En ese momento, cuando vio al doctor al lado de su hija, recordó a su esposo, creyó que era él, y que tenía en el maletín el regalo. No había forma de separarlos. Pero las recomendaciones médicas le devolvieron a la realidad.

Antes de retirarse, el doctor le sugirió que la niña permanezca en cama durante algunos días. Cuando este se fue, ella se sintió sola. Miró a su hija y lloró. Su cuerpecito apenas se movía, parecían pesarle los labios, luego lentamente preguntó:

- Mamá, ¿cuándo viene papá?

- Pronto, hijita. Pronto -le respondió, mientras se limpiaba el rostro de las lágrimas.

- Mamá, papá se fue hace tiempo...Ya lo extraño- dijo la niña sujetando su muñeca preferida.

- Lo sé, mi amor, lo sé- le respondió, y dentro de sí se dijo varias veces "yo también, yo también". Y lloró en silencio.

Al día siguiente, se despertó temprano para preparar el desayuno. Tocó la frente de su hija, su temperatura era normal; sin embargo, decidió cubrirla para evitar un resfrío.

El día aún era débil. La oscuridad se mantenía, pero mitigándose poco a poco por los primeros rayos del sol. Se levantó de la cama y presintió que alguien desde la sala la observaba. Después dirigió su mirada hacia ese lugar misterioso donde parecía emerger algo negro. Notó que se movía lentamente e iba tomando forma en la medida de que ella se aproximaba más.

Se sintió dominada. No obstante, se acercó más. Los gestos del ser fueron aclarándose y tomando imagen y también color. No entendía la presión que ejercía sobre ella. Cerró sus ojos, y así caminó hacia adelante lentamente; luego, al abrirlos, observó que su hija estaba detrás de ese ser. Entonces, la llamó desesperadamente, extendió sus manos para alcanzarla y con mucho odio se lanzó hacia él.
Minutos después, el esposo limpió la sangre de su mujer y botó los pedazos del regalo, que una hora antes había puesto sobre una mesa de la sala, mientras ella y su hija dormían.

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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)