"El ratón" de Jorge Isaac Amaya Ruiz

13.10.2021

Usted conoce la historia del Ratón.

Figúrese que este pequeño individuo madruga como ningún otro. Se lanza a la ducha helada y se arregla con su ropilla formal. Después se dirige a la puerta, voltea a contemplar su sala a media luz naciente, vacía y tranquila, pues sus Ratoncillos andan, se imagina él, divirtiéndose en el tren de los sueños. Sonríe, porque sabe que el ayuno es el sacrificio para invocar la puntualidad.

Entonces el Señor Ratón llega al sitio, saluda a sus colegas ratones y se sumerge en las mismas frases, las mismas rutinas. Entra una vez más en aquel laberinto, buscando la salida. A veces entre dos o quizá tres. Otras más, sólo. Sube por un lado, baja por otro. Entra aquí, sale allá. Regresa al mismo lugar y se pierde. Vuelve a empezar. Usa su habilidad, es persistente. Y logra descubrir un pasillo nuevo de aquel laberinto perpetuo. Pero el tiempo como siempre le gana en la carrera. Recibe su rebanada de queso y se marcha desganado a casa.

El agotado Ratón entra a su hogar, haciendo el esfuerzo por fingir un saludo eufórico y alegre para sus Ratoncillos. Ellos lo reciben con apatía, y continúan jugando con sus pequeños gatos de madera. En el comedor hay un plato con queso viejo, ya frío, esperándolo junto con su silla, acostumbrada a la soledad. Medio come mientras su esposa, la Ratona, está lavando los platos de la cena. El mismo silencio le acompaña, mientras come a medias con la sensación de náusea de siempre.

Los Ratoncillos ya duermen. Estando encamados los Ratones se dan la espalda. El Ratón suelta una ligera lágrima antes de caer dormido, con la esperanza de, al menos, subir en el tren de los sueños con sus pequeños. Presuroso llega y la estación está vacía. El tren, ya se fue.

••••••••••

Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)