"El inocente" de Ignacio Calle Albert

27.10.2020

Sonó una melodía en el piano del estudio. Separado por un estrecho pasillo, Germán yacía sentado, octogenario y decrépito, en un butacón de la salita, arropado por los faldones de una mesa camilla. Una estufa de butano acondicionaba la estancia.

- ¿Quién anda ahí? - preguntó en voz alta entre somnoliento y aturdido sin saber muy bien qué estaba ocurriendo.

Volvió a sonar la tonada. Se incorporó en su asiento. Esta vez creyó reconocer las notas compuestas por aquel poeta al que acompañó al descampado la noche del 18 de agosto del 36 junto a otro reo, en la Fuente Grande de Viznar, en Granada.

- ¿Qué broma es esta? - atinó a preguntar incómodo - ¡Yo no lo maté! - gritó en un arranque de cólera- ¡Solo me dijeron que lo llevara hasta allí! ¡Dejad de atormentarme!

La casualidad lo llevó a ser testigo involuntario de la muerte de aquel hombre en el paredón. Un mandado, un imberbe confundido, un paria del ejército: "acompaña a estos dos al paseo, muchacho", le dijeron... y así lo hizo... sin rechistar.

El recuerdo del momento le hizo estremecerse y se agazapó cual conejo en su madriguera, expectante, acongojado por los demonios de su pasado.

Sonó una tercera vez. El piano, desafinado por el desuso, interpretaba la "Nana de Sevilla" con enarmónicos tan claros que a Germán se le heló la sangre en las venas.

Al oír cómo se cerraba la tapa del instrumento quiso ponerse en pie pero le fue imposible moverse. Un aire liviano, como el de aquella noche de la canícula de agosto, le golpeó el rostro. Una sensación de desasosiego se adueño de su cuerpo al "escuchar" el zumbido de los árboles que flanqueaban el barranco donde lo mandaron enterrar, acelerando los latidos de su corazón. El sonido de los disparos del fusil que le "dio matarile" martilleó su cabeza.

- ¡No fui yo! ¡Solo recibía órdenes! ¡Yo no lo maté! - volvió a repetir casi sin fuerza, en su último estertor. Poco a poco empezó a quedarse sin respiración y cerró los ojos.
Días más tarde las noticias publicaron que en el número 1 de la Calle de Las tres Morillas, en Jaén, se halló el cuerpo sin vida de un hombre, presuntamente intoxicado por una fuga de gas.

(Imagen: Fotograma de la película "La luz prodigiosa".
Miguel Hermoso. 2003)