"El camino por Höhe 536" de Eva Braum

12.08.2021

En la Ciudad de Bremen vivía José, un joven apuesto, delgado pero fornido, quien trabajaba en una panadería en el barrio de Schnoor. Todas las mañanas montaba su bicicleta y se dirigía por la calle Hôhe a su trabajo.

A mitad de camino, más precisamente en el 536 de Hôhe, se detenía por un instante y visualizaba la ventana del primer piso. Eran las 4 a.m., la luz continuaba apagada y él sabía que la muchacha de sus desvelos aún seguía en el bello mundo de los sueños. Sin embargo, le regalaba una sonrisa dulce como un beso en la frente y continuaba su pedaleo.

Unas pocas cuadras de movimientos circulares de sus piernas para arribar al lugar de trabajo, una vieja panadería que lo recibía con el calor de los hornos y el olor particular del carbón quemado y el caramelo pasado.

Tras alistarse con el uniforme, brindaba su más profundo esfuerzo en cada pan amasado, en cada decoración de dulce, ya que todo podría tener el destino de caer en las manos de su amada. Sabía que ella en algún momento del día iba a concurrir a comprar y allí la esperarían los productos que él había preparado para ella.

Todos los días transcurrían igual, la rutina se repetía por las mañanas y de regreso a casa, donde al estar más transitado el barrio, José no se detenía en el 536, solamente pedaleaba más despacio y a través del cristal descubría una larga cabellera dorada y unas manos blancas que bordaban. El pan en la mesa, al lado del café le confirmaba que su trabajo había valido la pena.

Transcurrieron los días todos ellos iguales, la esperanza pendiente, el trabajo perfecto y el amor latente. Sin embargo, la cabellera rubia nunca se había enterado de que tenía un enamorado, que amasaba su pan, besaba su frente y velaba sus sueños.

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Imagen: Autor, CIRO MARRA