"Dieciocho años" de Juan Manuel Sánchez Moreno

23.09.2020

Aprovechando una mudanza, siempre incómoda pero necesaria, decidí subir al trastero para seleccionar qué cosas me acompañarían en mi nueva vida y cuáles irían a la fosa común del olvido y del tiempo. Estas últimas serían mayoría, tal ha sido siempre mi afición por guardar cachivaches a costa del espacio. Ya no sabe uno si colecciona ajuares o tesoros, o simplemente acumula cajas, baldas y baúles que protegen del desguace su valioso contenido. Sin embargo, algunos trastos viejos se resistían a acabar en vertederos, especialmente algunos libros y, para mi gran asombro, la máquina que me regalaron al cumplir dieciocho años y que di por perdida ese mismo verano al emprender mi vida adulta lejos de casa. No era más que un aparato sencillo, pero que registró mi adolescencia en imágenes algo borrosas aunque duraderas. Fue una sorpresa descubrir que, a falta de talento como fotógrafo, pude recoger la crónica de aquellos años ingratos en fotos que ya no conservo más que en la memoria. La vieja Minolta siempre me maravilló, incluso almacenada, pues cuál no sería mi estupor al descubrir que dentro había un carrete sin revelar desde la última vez que la usé, debe de hacer más de dieciocho años. Ya no nos acordamos de la impaciencia por ver las fotos de las vacaciones ni de la inseguridad de que todas salieran bien o que simplemente salieran, pero todo aquello tenía su encanto: el misterio, la espera, el secreto, algunos instantes congelados, otros robados; ella en biquini, su sonrisa, sus ojos. Tras tanto tiempo, qué podría salir de ahí, quiénes aparecerían en ellas, cuántas valdrían la pena. Quién sabe si esas imágenes podrían acabar con carreras políticas y matrimonios o descubrir viejos engaños. Nunca lo sabré, y además ya no existen sitios para revelar película.

Trataré de vencer la nostalgia y resistir la tentación de husmear en mi pasado. No sería buena idea cuando voy a pasarme dieciocho años en prisión.