" Conclusiones" de Eva María Gómez García

12.09.2022

Al ver el rostro de D. Vicente Ruiz, todos intuimos que algo muy grave tenía que estar pasando.

Él, siempre optimista, reflejaba angustia y tristeza en su mirada.

Su último trabajo, "Últimas Posibilidades de Recuperación y Regeneración de la Vida Terrestre en Niveles Óptimos", estaba en su fase concluyente.

El doctor Ruiz lo habría considerado todo:

El Efecto Invernadero, con negativa repercusión sobre la Capa de Ozono.

La deforestación de las grandes selvas, acelerada por la imparable tala de árboles para la ampliación de zonas de ganadería y agricultura extensiva en todos los continentes.

La progresiva subida de temperaturas, que provocaba aumento del nivel del mar, amenazando con ello inundar el litoral.

La desertización, que obligaba a generar Plantas Desalinizadoras costosas e insuficientes.

También el número de especies protegidas desaparecidas, o en peligro inminente de extinción, tanto en espacios terrestres como en mares y océanos.

Se incluyeron los índices de contaminación del aire, el aumento de vertidos químicos al mar, las toneladas de materiales plásticos no reciclados, el descenso porcentual de capturas pesqueras de especies comestibles libres de contaminación, el aumento desmesurado de macro-granjas y piscifactorías y sus consecuencias medioambientales, la proliferación de Cementerios Nucleares, incluso la contaminación acústica...

El incremento porcentual de riesgo de Pandemias y Respuestas Inmunodeficientes, que provocaban el nacimiento de desconocidas enfermedades, cuya rápida transmisión se antojaba imparable; algunas, de origen sintético, fruto de experimentos bioquímicos controlados por los Gobiernos, con fines poco claros.

El aumento de alergias, intolerancias y enfermedades degenerativas crónicas, también fueron incluidos.

El aumento de hábitos de vida saludables, lo que degeneraba en una superpoblación mundial obesa, alcoholizada y dependiente...

Pero, lo que realmente preocupó al doctor Vicente, fue lo que él denominaba "Efectos Colaterales de las Deficiencias psíquico-sociales de la Raza Humana":

Su estudio consideraba el desarrollo de anomalías relacionadas con aspectos conductuales del hombre:
El aumento del estrés y la depresión.

El incremento de alteraciones psíquicas, tales como la bipolaridad, la esquizofrenia, el autismo...que daban pie a actitudes intolerantes, violentas, agresivas y antisociales.

La aparición de tendencias racistas, homofóbicas, sexistas, fanáticas, machistas... que concluían en un crecimiento de la violencia social más radical: se multiplicaban exponencialmente los asesinatos en masa, las agresiones en las calles, la violencia en las aulas, los conflictos familiares, la mendicidad y la pobreza, las violaciones, las muertes por violencia de género, la exclusión social, los índices de suicidios, las adicciones...

Por si esto fuera poco:

Ante tanto caos, los líderes de las principales naciones carecían de entidad y cualificación para afrontar con criterio una solución de consenso.

Las Organizaciones Internacionales, o bien no contaban con recursos suficientes para afrontar con eficacia la situación, o se ocultaban bajo intereses oscuros y egoístas, alejados del bien común.

La mayoría de Presidentes Estatales despreciaban con escepticismo las predicciones anunciadas por los expertos, desoyendo sus advertencias, reduciendo con contundencia las manifestaciones de protesta ciudadana, mediante la intervención del Ejército y las Fuerzas del Orden.

Muy al contrario: algunos dirigentes decidieron buscar "Ganancia en rio revuelto", provocando la amenaza real de enfrentamientos entre naciones, rompiendo sin pudor los Tratados Internacionales establecidos, e iniciando acciones bélicas con holocausticos resultados.

Y la población mundial, abrumada sin duda por la situación y sobrepasada por los problemas, carecía de criterio objetivo para reaccionar ante tal caos.

Las conclusiones, por tanto, no dejaban lugar a dudas: la presencia humana en el planeta Tierra, tal y como estaba concebida, tenía los días contados.

Si sus cálculos eran certeros, (y todo parecía indicar que sí), la vida en la Tierra, tal y como la conocemos, tenía fecha final: Otoño-Invierno de 2034.

Nadie reacciono: todo era demasiado obvio.

Fue entonces cuando D. Vicente se despojó de su ajada bata blanca, agachó la cabeza y dijo con voz tranquila:

- Queridos colegas y amigos: la ciencia ha huido siempre de especulaciones aleatorias, distintas de aquellas que, a modo de conclusiones, puedan ser y sean demostradas empíricamente. Por tanto, no me queda más que invitaros a que os marchéis a casa, abracéis con fuerza a vuestras familias y amigos, y disfrutéis intensamente de la vida que nos queda. Ha sido un placer trabajar a vuestro lado.

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Imagen: Obra de la pintora Rosa Salinero (Vitoria / Ciudad Real)