"Como tazas de café..." de José Buil Quejigo

23.09.2020

Miró cómo el humo blanquecino que desprendía la taza de aquel oscuro y amargo líquido se elevaba lento hacia el techo fundiéndose rápidamente con el ambiente y desapareciendo de sus ojos, que veían, pero no miraban.

Los últimos rayos del astro rey se colaban a través del ventanal llenando de matices rojizos la estancia, produciendo una atmósfera relajante y placentera, que invitaba a dejar volar libremente los pensamientos y la imaginación.

Moviendo con su mano aquel trozo de blanca y pulida cerámica en pequeños giros a izquierda y derecha, pensaba en lo efímero que podía llegar a ser todo en esta vida.

El calor que desprendía transmitiéndose a las yemas de sus dedos, le retrotraía a días de playa y mar, con el sol secando los cuerpos mojados en agua salada tumbados en la arena. A noches de pasión, de abrazos y caricias, de baños calientes donde limpiarse la suciedad de la rutina o las decepciones de la vida. De besos pasionales donde se pierde la cordura, del rubor de la piel que no sabe fingir porque no ha aprendido a mentir ante el roce de otra piel.

El aroma que emanaba lo transportaba a frondosos jardines, al cabello secándose al viento. A perfume embriagador de mujer, a tabaco y petricor en una tarde de verano. A madera ardiendo en la chimenea del hogar en noches de invierno, a botellas de vino recién descorchado y servido en copas de transparente cristal.

Y pensó que la vida es como el café.

Se vive como se bebe... A sorbos.

Y habrá tragos más dulces o más amargos, fuertes o descafeinados, fríos y calientes. Solitarios o en compañía., cortos y largos. Apurados hasta la última gota o desperdiciados sin más.

Puedes vivir miles de días o beber miles de tazas; pero, al final, de los días sólo permanecerán en la memoria aquellos en los que realmente estuviste vivo, esos que disfrutaste o te marcaron de una manera especial y quedaron grabados en tu memoria; así como de esos cafés solo quedará recuerdo de aquellos que significaron algo. De las conversaciones mantenidas, de los sueños o desvelos, de los proyectos imaginados ante una taza y de los compartidos con las personas adecuadas...

Por eso, si se piensa bien, podríamos llegar a la conclusión de que los días son como tazas de café y no deberíamos dejar que se enfríen...