"Como cada día", de Ana Belén Espinar Ramos

23.03.2019

Como cada día la visita en la residencia, como cada día le cuenta un cuento, como cada día la lleva a pasear por los alrededores, le habla de la vida, de los sueños, del dolor, de la alegría, de la satisfacción y la frustración, como desde hace tres años cada noche escribe la nueva historia para contarle, pues ella es muy agradecida y le gusta oír cada relato, los vive como si fueran suyos y la joven escritora se siente orgullosa de sí misma, no hay público más agradecido que ella, algunos días vuelve a leerle algún cuento pasado que sabe que le encantó. 

Cada día llega con una sonrisa y cada día se va con una sonrisa, de vez en cuando lleva algún aperitivo para ella y sus compañeras de la residencia, algunos días también les lleva una caja de bombones a las enfermeras, como cada día consigue que tanto aquella mujer como su alrededor sonrían, sean felices, disfruten del momento como cuando eran niños y niñas. 

Como cada día, hoy es un día más, pero no un día cualquiera, pues en relato que hoy le lleva es muy especial, en él habla de una hija y una madre, una madre luchadora, que peleó mucho durante su vida y que su mayor deseo es que su hija sea madre para que entienda el amor tan inmenso que se siente por un hijo, en ese cuento la historia transcurre en el día del cumpleaños de la madre, la hija le organiza una fiesta con sus amigas más íntimas, cada una tiene un pequeño detalle para ella, todo cosas hechas por ellas mismas, pero la hija no tiene nada, se levanta y le comunica a su madre que ella no tiene aún un regalo físico pues el regalo en ese día es la noticia de su embarazo y el verle unos meses después la carita a su bebé. 

Aquel relato conmueve a la señora y emociona a la joven que le cuesta a momentos articular alguna palabra, pero como cada día sin perder la sonrisa ni la una ni la otra, pues una como madre entiende la alegría que aquella madre podría sentir ante la noticia de su hija, y la joven como hija sentía la emoción de comunicarle a una madre que ella también iba a ser madre. 

Día tras día un cuento diferente, una emoción diferente, hasta que después de tres días sin ir a la residencia la joven vuelve a aparecer, como cada día con una sonrisa en sus labios y esta vez no iba sola, llevaba un bebé en brazos, el relato de aquel día también era especial. 

La señora como cada día la recibió de nuevo con la sonrisa en los labios, y escuchó atentamente la historia de aquel día, en el que una abuela conoce a su nieta, en brazos de su hija, la joven al igual que el cuento anterior se emocionó al leer aquel texto, y la señora derramó alguna lágrima al finalizar. Ambas se miraron fijamente a los ojos, emocionadas, pero sin perder la sonrisa de cada día, la mujer no sabía quién era, ni por qué cada día le contaba un cuento diferente, pero la hacía sentir en familia, en casa, le resultaba familiar sentimentalmente todas aquellas emociones de sus textos, la joven sabía a la perfección quién era esa mujer y qué significado tenía en su vida. 

Puso a su bebé en los brazos de la señora, ambas la miraron con cariño, con amor, y se volvieron a mirar entre ellas con ternura, con familiaridad, con calor. 

_ Gracias por tus textos hija, me hacen mucho bien. 

La joven sentándose a su lado, la abrazó, y la besó en la frente, acurrucándose en su regazo junto a su bebé. 

_ Te quiero mamá.