"Cartas en el aparador" de Antonio Aguilera Muñoz

11.07.2021

Cuando arribaste a mi vida no recordabas quién eras, solo dijiste... ¿Sabe usted quién soy?

Por una vez en mi vida sentí que merecía la pena vivirla. Hiciste florecer en mi corazón la primavera. Yo, acostumbrado al invierno de mi soledad, sentí que renacía.

La vida se volvió para mi más dulce, más amena. Recuerdo aquellos paseos por la playa que culminaban en el espigón y tornaban al faro. Paseos pausados en los que me ibas confiando tus inquietudes que yo intentaba calmar. Me sentí alguien, por fin encontraba sentido a mi vida, conseguiría devolverte la tuya que andaba perdida en las sombras pero, me engañaba a mi mismo, lo que hacía era crearte una nueva vida diferente a la tuya, la que estaba construyendo para mi. Fui egoísta, lo sé, pero era tan fuerte lo que sentía a tu lado, que no quería perderlo.

Al final, aquella tarde sentados en la arena, por fin recordaste. La vida que tenías regresó a ti como el relámpago que ilumina la noche, a ráfagas dispersas. Retazos de una vida que ibas uniendo en tu mente y que me hacían sentir que te estaba perdiendo.

El destino hizo que partieras de mi vida en silencio al igual que llegaste a ella y el invierno tornó a mi corazón; solo calmó mi espíritu aquella carta que encontré de madrugada, la dejaste en el aparador y me hacías saber que no me olvidarías.

"Querido Henry, junto a ti he conseguido recuperar mi vida que tenía olvidada. Los paseos por la playa han sido un bálsamo que me ha hecho recordar que tengo una familia que me estará buscando y debo partir. No sientas pena, siempre estarás presente en mi corazón y en mis recuerdos y quizá, ¿quién sabe? algún día volvamos a encontrarnos.

Hasta siempre,

Adela"

El recuerdo ya no basta para seguir viviendo. Estoy en nuestra playa, rememorando por última vez el pasado junto a ti. Sentado frente al mar, las olas vienen y van acariciando mis pies con espumosa delicadeza, apenas una suave caricia con la que intento calmar mi espíritu atormentado y sumido en la tristeza. Imposible evitarlo, cuando mi alma comenzó a derramar lágrimas por tu ausencia, con ellas te escribí estas letras. Dejo esta carta en el aparador junto a la tuya por si un día regresas; si lo haces, sabrás dónde encontrarme.

Henry.

Cartas encontradas en el aparador de la casa de Henry Thomas, en Miami, días después de aparecer ahogado en la playa.

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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (dibujos sobre tiques de compra), de su colección "El arte del consumismo"