"Blanco y negro" de Pablo Cruz Robles

13.10.2021

En ningún otro punto del mundo hay vientos como los del cerro del aliento, fríos y cálidos a la vez, erizan la piel mientras alguna tímida gota de sudor asoma por la frente. Transportan un hedor a cieno y a pino recién cortado, bailando en espiral sin llegar a mezclarse, para introducirse intactos en toda su fragancia por las fosas nasales. Mece con suavidad las ramas de los trifrutos como si supiese la presión exacta que debe ejercer en todas y cada una de ellas, que ondulan a 20 metros de las cabezas y proyectan unas sombras, en ocasiones burlescas, sobre el lecho de los caminos.

Pero sin duda, son tan populares porque a veces susurran cosas; saludos y deseos amables a todas aquellas personas de buen corazón y maldiciones e improperios a todos los que alberguen el mal en su interior. Pero, ¿qué sabrá el viento del bien y el mal?. A veces hacemos el bien con aviesas intenciones y otras nos convertimos en auténticos monstruos para defender lo que amamos. Yo he tocado todos los palos, robé para ayudar al desfavorecido y amé para clavar puñales por la espalda, y es por eso que nunca podré escuchar con calma la voz del viento.

No pisaba estas tierras desde hacia un lustro, me prometí que si me decidía a abrazar mi locura, seria a base de drogas. Para volverme loco escuchando un torrente de voces, ya tenia a los chicos del departamento. Pero me traicioné como tantas otras veces, utilizando la misma excusa de siempre, "Es esto o morirme de hambre". La división científica de Tarsonis S.A. se había decidido a estudiar el viento del cerro del aliento, y como agente de I+D era mi labor documentar y prestar ayuda en todo lo necesario. De momento sabemos que es una especie de forma de vida jamás antes registrada por la federación de empresas unidas. Quizá algún día pueda explicarle que a veces la vida es una escala de grises.

••••••••••

Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)