"Ante todo, una mujer" de Alejandro Manzanares Durán

01.03.2021

A través de sus pies inmóviles, suspendidos en el vacío, veinte metros más abajo trataba de encontrar la respuesta a sus casi cincuenta años vividos. Ni siquiera podía recordar con certeza si en algún instante se había sentido feliz.

La hora de esa cerrada noche de invierno podrían ser alrededor de las tres, tampoco lo podía comprobar ni le importaba, su último reloj, un obsequio de su más cercano cliente, se lo había regalado a su actual y mejor amiga de profesión.

La ligera brisa que comenzaba a soplar hizo que instintivamente recogiera el cuello del abrigo sobre su garganta en un intento de mitigar el frio. Pero, que le importaba esa circunstancia si dentro de un instante todo su cuerpo sería poseído por la frialdad, iba a ser lo último que la poseyera después de tantos hombres, ¿Qué sentiría, placer, dolor, liberación?

Cuando se dio cuenta del poder que una mujer puede ejercer, con las armas de seducción y erotismo que poseía, se propuso devolverles a los hombres las ofensas y frustraciones que le tocó sufrir toda su vida.

En su adolescencia lo experimentó con alguno de los jóvenes de su entorno y se dio cuenta que no encontraba placer ni consuelo por ser de esa condición. No obstante, tampoco podía dar lo que desconocía, nunca había recibido ni percibido cariño por parte de nadie.

La naturaleza la había dotado de una belleza y un cuerpo extraordinariamente atractivos. Atraída por una mezcla de resentimiento, curiosidad y malicia, decidió que a partir de ese momento se aprovecharía de la pasión y de los más bajos instintos que despertaba en los hombres.

La imagen de su madre pasó fugaz ante sus ojos. No sentía ternura, ni siquiera compasión al recordarla maltratada y vejada por un padre que continuamente la hacía sentir culpable y merecedora de sus humillaciones.

Alguna vez llegó a sentir algo diferente sin saber exactamente que era por alguno de ellos. Fueron muchos los que le ofrecieron y prometieron un mundo de lujo y comodidad, pero cuando la tentación era fuerte y le asaltaban las dudas, recordaba la relación de sus padres y rehusaba la proposición.
De su cuerpo, antes deseado e idolatrado, apenas quedaba un reflejo de aquella añorada juventud y lozanía. Sus armas de mujer se habían evaporado junto con los deseos de venganza, ahora no encontraba sentido a su vida. Su tren había llegado a una vía solitaria y sin aparente salida, las personas con las que llegó a compartirlo se bajaron en alguna estación del recorrido.

Oyó el ladrido de un perro en la lejanía y se identificó con él para poder gritar al viento:

- ¿¡QUE ME HE PERDIDO!? Que he hecho con mi vida, donde estaban las emociones, los sentimientos, el llanto, la alegría.
- ¿Y el amor? si, eso que llaman amor, por lo que tantos hombres y mujeres condicionan, e incluso dan sus vidas.

Conocía aquel solitario lugar, recordaba lo que ocurría en el interior del viejo Mercedes del señor Federico. A pesar de sus años, gozaba de una gran presencia y salud, le gustaba disfrutar de sus "chicas", como llamaba a las habituales con las que, tratando de burlar las leyes de la naturaleza, se divertía mientras les decía:

"Para que lo disfruten los holgazanes de mis sobrinos, me lo gasto con vosotras a cambio de ilusión. Ya sé que lo hacéis sólo por dinero, pero al menos este pobre viejo morirá feliz si alguna vez, por un instante, me recordáis"

Solamente ella y sus pensamientos bajo la tenue luz de aquella vieja farola medio caída sobre los restos de aquel puente otrora resplandeciente. Era como un símil de ella misma, una caricatura descolorida y abandonada en el trastero.

Se incorporó, y apoyando sus pies en la parte más saliente miró hacia abajo, ya ni siquiera el agua corría bajo sus ojos medio tapados por la vegetación y los residuos acumulados. Tampoco los suyos sintieron jamás la emoción de ser anegados por una lágrima de alegría o dolor. Por un instante deseó saber que se experimentaba, darse otra oportunidad, pero no, ya no sería posible, había tomado una decisión y nada ni nadie la apartaría de ella.