"Acoso" de Elvis Joel Cerrinos Paredes

18.10.2021

Día domingo de relax. Ella caminaba elegante y feliz en el parque, mientras Max observó que era rubia, quedó encantado con sus hermosos ojos azules y su atractiva manera de caminar. Las personas en el lugar se percataron de las miradas indiscretas y le regañaron. Él hizo caso omiso.

Quedó sorprendido por su desbordante belleza, sumido en sus cavilaciones decidió cortejarla. La seguía, ella sentía los pasos de su acosador, volteó y observó a un hermoso mancebo de piel canela. Sus ojos negros no dejaban de verla. Ella aceptó su mirada, ambos buscaron sus pupilas. Se sentían atraídos físicamente. A ninguno le importaba la diferencia de raza, color y otros aspectos insignificantes. Florencia detuvo el paso para ser alcanzada. Él se acercó con paso pausado, pero firme.

Se dirigió hacia su oído con el fin de susurrarle. La sumisa rehuyó la mirada, él la sintió retraída y decidió mordisquearle la oreja. Ella quedó paralizada y horrorizada. La asediada logró vencer el miedo y apresuró el paso al conocer las verdaderas intenciones del supuesto galán. Lo miró y con sus penetrantes ojos le dijo - ¡Déjame en paz!, ¡no me molestes más o aviso a la policía!. Él detuvo su caminar, quiso dar marcha atrás; pues en ese instante pasaron los que resguardan la ley.

Una patrulla de la policía pasó cerca al parque, se detuvo y todos sus tripulantes observaban a la pareja. Ella moviendo los labios pronunciaba términos ininteligibles para los custodios. No quisieron entenderla, ella seguía pidiendo auxilio.

Hasta que se dio por vencida, los centinelas solo atinaban a mirarlos y sonreían dando su venia para que continúe la carantoña. El móvil siguió su recorrido.

El morocho logra alcanzarla e intenta abalanzarse sobre ella. En ese instante Florencia maúlla desgarradoramente y de un felino salto se trepa a un árbol, mientras que él ladra para que ella baje y solucionen el impasse.

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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)