"20 años entre Logroño y Lanzarote" de Fernando Gálligo Estévez

13.10.2020

Vivíamos tan felices que deseaba seguir toda la vida compartiéndola contigo. No habíamos podido tener hijos pero después de esa gran contrariedad te apoyé para superarlo. Nos volcamos en nuestros trabajos y nuestras amistades.

Disfrutábamos a veces los fines de semana viajando para conocer algunas localidades de La Rioja o incluso nos íbamos desde Logroño a Pamplona, Bilbao o San Sebastián. Ver nuevos sitios y comer en buenos restaurantes eran una de nuestras aficiones favoritas.

Otras veces recibíamos en nuestro gran piso del Paseo de Vara de Rey a alguna de nuestras amistades que vivían fuera. Nos gustaba hacerles de cicerone por nuestra pequeña y tranquila ciudad. También llevarles a visitar alguna de las buenas bodegas de las afueras para que conocieran sus grandes vinos.

En verano repartíamos nuestras vacaciones entre algún viaje al extranjero para conocer nuevos países y a la vuelta una estancia de una semana para descansar en alguna de las playas del Mediterráneo. Así conocimos Alemania, Francia, Cuba, Vietnam, Inglaterra, Tailandia y muchos sitios más.

Cuando cumplimos veinticinco años viviendo juntos decidimos celebrarlo con un largo viaje en crucero por varios países del Caribe. Fueron veinte días de ensueño, de isla en isla y de puerto en puerto, atravesando distintos países. Además hicimos buenas amistades con otras parejas que conocimos durante la travesía.

A la vuelta soñamos con hacer planes cuando cumpliéramos cincuenta años de convivencia. Entonces dijimos que nos gustaría dar la vuelta al mundo. Todos los años ahorraríamos un poco para tan maravilloso viaje. Fuimos recopilando información para cuando llegara el momento de celebrarlo.

Pensar en ese viaje y hablar de cuando en cuando sobre ello nos hacía ilusionarnos planeando sobre las ciudades que conoceríamos y los países que descubriríamos.

Fue pasando el tiempo y seguíamos con buena salud y sin problemas económicos de ningún tipo. Cada vez faltaba menos para realizar nuestro sueño de éste gran viaje alrededor del mundo. En tres años lo disfrutaríamos y ya teníamos casi todo el dinero preparado.

Nos gustaba comentar con nuestras amistades los preparativos del viaje. Era como disfrutar de antemano con cada detalle y revivíamos los futuros destinos que visitaríamos.

Así seguimos otro año más recogiendo información y decidiendo la ruta que haríamos. En una carpeta íbamos guardando planos y folletos de las ciudades elegidas para conocer. En una caja guardábamos fotos recortadas de revistas así como postales de algunos de esos lugares.

Faltaba ya sólo un año para hacer ese nuestro gran viaje cuando sucedió lo imprevisto. Nunca hubiera imaginado que pudiera suceder. Una tarde cuando volví a casa no estabas pero no me inquieté porque pensé que habrías salido a hacer alguna compra necesaria.

Pasaron las horas y seguías sin volver, me empecé a preocupar por si hubieras tenido algún accidente o te hubiera pasado algún percance. Cuando llegó la noche y seguías sin aparecer empecé a llamar a nuestras amistades y familiares de Logroño por si sabían algo de ti. Al no saber tampoco ellos de ti mi ansiedad fue en aumento.

Ya de madrugada fui a la Comisaría a tratar de poner una denuncia de desaparición pero me dijeron que debía esperar a que pasaran más horas antes de poderla poner. Así que me fui a las urgencias de los hospitales por si pudieran haberte atendido. Tampoco allí te habían atendido.

Finalmente días después pude poner la denuncia sobre tu desaparición, hicieron el atestado y quedaron en avisarme si hubiera novedades. Seguí abatido los días y semanas siguientes. Las amistades y familiares me apoyaban para que no me viniera abajo.

Fueron pasando los meses y pronto los años sin saber de ti. Me resigné finalmente a la situación y me volqué en el trabajo para llevarlo mejor. Ya no tenía ilusión por los fines de semana y menos aún por las vacaciones de verano. Tiré la carpeta y la caja de los preparativos de nuestra futura vuelta al mundo.

Hasta que un día me llamaron de un hospital de Lanzarote, habían atendido a una mujer inconsciente tras un accidente de tráfico y entre sus documentos estaba mi tarjeta profesional. Estabas grave pero viva al menos, aunque hubieran pasado veinte años.