"¿Nadie te dijo que vendría a visitarte?" de Manuel Cabezas Velasco

20.10.2021

Las horas transcurrían con lentitud. Eran los primeros días de septiembre y nadie esperaba la llegada de un nuevo huésped que se instalase en las monótonas vidas de la familia Discusión. Entonces sobrevino el undécimo día, jornada que no habría de ser olvidada por muchos, puesto que rompería la fatigada existencia de sus vidas.

Una señora mayor, de la cual habían oído hablar, aunque no conocían personalmente, hizo acto de presencia.

Inicialmente trabó amistad con el abuelo Facundo, persona a la que no le apetecían demasiado estrechar vínculos sociales y sobre todo si se trataba de una vieja enemiga a la que había conocido años atrás, cuando le intentó convencer de que realizase un viaje con ella y él se negó pues sólo quería seguir el camino que había iniciado a finales de la década de este siglo.

Sin embargo, el tan esperado día once había llegado y los meses de continuas charlas de la dama con el abuelo -que se encontraba postrado en la cama del Hospital -, dieron sus frutos y llegaron a cambiar el rumbo que Facundo se había trazado, iniciándose así una andadura distinta con su nueva compañera, que aún no sabía cómo se llamaba.

Su relación íntima, aunque inamistosa, se había iniciado cuando años antes Facundo fue internado en un hospital con motivo de unos problemas respiratorios a causa de que aún fumaba en exceso para su avanzada edad.

De esta forma conoció el abuelo a Tránsito, anciana que estuvo pacientemente esperando a que la acompañara a su casa. No obstante, quince días después el anciano saldría del hospital con la prescripción médica consabida del abandono del consumo de tabaco. Así perdería contacto con la extraña dama y no podría acompañarla en su viaje.

Tres años más tarde, Facundo volvió a tener unas "arcadas" que en la familia invitaban a temer el peor de los sucesos. Fue nuevamente ingresado. No obstante, el diagnóstico médico resultó ser mucho peor. Ambos pulmones aparecían encharcados y el corazón empezaba a fatigarse. Era necesario el uso constante de una bombona de oxígeno para paliar las deficiencias respiratorias...

…Y, a pesar de todo, la extraña señora volvió a visitarle.

Cuando estaba inconsciente hablaba de Ella como un ser terrible, aunque enjuto, capaz de pasar desapercibido por las gentes que rodeaban y vigilaban al abuelo. Así, nadie creyó, incluso la enfermera que entró en la habitación del hospital en una de sus visitas de rutina, y vio al abuelo agonizante. Era el día once de septiembre y el señor Facundo -como respetuosamente lo llamaba la enfermera María- había aceptado la propuesta de Tránsito de llevar a cabo tan largo viaje, sin haber consultado al resto de la familia.

En el momento en que sus dos hijos políticos, en estado de vigilia tras la larga y agotadora jornada nocturna, se encontraban en la habitación del enfermo, la anciana dama y el abuelo emprendieron el tan deseado traslado, sin haberse despedido de sus hijos.

A las once y media fallecía Facundo Vélez Álvarez, y dejaba que su cuerpo descansara del sufrimiento de las últimas semanas.

La noticia tardó pocas horas en difundirse y afectó profundamente, a pesar de no constituir ya ninguna sorpresa, a sus vástagos, principalmente las féminas, que quedaron muy consternadas durante varios días.

El responso y el velatorio estuvieron muy concurridos, con la presencia del cuerpo de Facundo, aunque su ánima ya había iniciado el viaje con la que sería su nueva amiga: Tránsito. Sin embargo, la sociabilidad de esta extraña señora le conduciría a trabar nuevas amistades, y así aparecería nuevamente en escena, puesto que no se había sabido nada más de ella desde hacía unos meses.

Ahora, su nueva conexión se llamaba Paula, una mujer madura cercana a la jubilación, de una gran capacidad de sacrificio. Al conocerse, la extraña señora le haría la misma pregunta que anteriormente había hecho a Facundo: "¿Nadie te dijo que vendría a visitarte?".

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Imagen: Obra del pintor Ciro Marra (Roma / Barcelona)