160 escritos aspiran a ganar el III Premio Café Español que rompe fronteras este año del Covid y bate récord de participación

"El Premio Café Español es una temeridad, una pequeña historia de ambiciones posibles", asegura el periodista ciudarrealeño Aurelio Romero, miembro del grupo promotor y coordinador del Premio Café Español que este año de pandemia cumple su tercera edición con la participación de 160 escritores llegados de lugares como Australia, Israel y Argentina, además de distintos puntos de la provincia y de la geografía nacional. "Hemos roto fronteras", dice Romero. Este premio literario se distingue por el uso de internet para difundir los relatos y cuenta con el escritor, Alfredo Conde, Premio Nacional de Literatura, como presidente del Jurado. Andalucía, Madrid y el País Vasco encabezan la procedencia de los relatos participantes en este certamen. 

Ciudad Real y Villanueva del Rey (en el Valle del Guadiato, Córdoba) están en el origen del Premio Café Español, como también lo están en la novela Si pudiese hablar de ti, de Aurelio Romero, que el Diario Lanza publicó por capítulos hace unos años. El Café Español de ese pueblo (1080 habitantes) en Sierra Morena vio pasar por su puerta los primeros meses de la guerra civil y salir hacia Ciudad Real a algunos de sus familiares y empleados.

Toda una generación posterior comparte la relación familiar bajo el apodo de Los Rosablanca desde Villanueva del Rey, Córdoba, Ciudad Real, Cataluña o Mallorca. Y es esa familia la que, años después, da vida a un concurso literario, el Premio Café Español, y otro de fotografía, presididos respectivamente por un Premio Nacional de Literatura y de Fotografía.

Aurelio Romero Serrano (Ciudad Real, 1951) es miembro de esa familia, escritor y periodista nacido profesionalmente en el Diario Lanza. Desde hace siete años promueve y coordina ambos premios por amor al arte: el de escribir y el de la imagen. Vive en Bilbao y, sin pandemias por medio, ha atravesado España de norte a sur para impulsar los dos concursos.

Al acabar el plazo de la convocatoria del Premio Café Español, las cifras de participación sorprenden, así como la procedencia de unos relatos cortos que se convocan, se publican y se comparten a través de las redes sociales. Desde el pasado mes de julio hasta el 9 de noviembre, 160 relatos aspiran en España, Argentina, Israel o Australia a un premio de 300 euros y el trofeo donado cada año por un pintor diferente. Por amor al arte.

Conquista literaria en castellano

PREGUNTA.- ¿Satisfecho con esos 160 relatos presentados a esta tercera edición?

RESPUESTA.- Más que satisfecho, diría que contentos. La satisfacción es un alimento del ego que no deja ver un horizonte mejor. Pero sí, 160 relatos cortos es una conquista literaria en castellano por la calidad de las obras, por la novedad de cómo se difunden y por la diversidad de los países de procedencia.

P.-Un concurso literario de relatos cortos en el año del Covid ¿no es una temeridad?

R.- Todo en torno al Premio Café Español, desde que nació hace tres años, es una temeridad, una pequeña historia de ambiciones posibles. El presidente del Jurado, experto en el mundo literario, decía el pasado año en Madrid que la de este Premio es una idea de locos valientes. Lo cierto es que intentarlo necesitaba una carga enorme de entusiasmo, pero ningún pueblo, grande o pequeño, tiene por qué estar condenado a que su único dato histórico conocido haya sido la muerte de un cazador ilustre que se descerrajó la garganta por un disparo que se le escapó de su escopeta. Al menos, una parte del destino de los pueblos también se fabrica con ambición, aunque la cultura sea menos llamativa.

P.- ¿Se refiere a Villanueva del Rey y al ex presidente de Caja Madrid?

R.- Si, a él me refiero. Un cliente habitual y peculiar del Café Español. Ya digo, la historia de un pueblo no tiene por qué ser siempre el guión de una película de Berlanga o una novela negra.

El Covid no contamina el deseo de escribir

P.- ¿El Covid no corta las alas de cualquier intento de sacar la cabeza en el mundo de la cultura?

R.- La pandemia siega vidas pero, curiosamente, solo algún relato alude a la pandemia y de manera muy literaria. En los relatos han procurado que el virus no contamine su deseo de escribir. El Covid no ha podido entrar en las 160 obras que han llegado a este concurso. Supongo que el miedo existe, pero al escribir te sitúas en un escenario vital muy distinto.

P.- El pasado año decía que los relatos le produjeron una sensación de desconsuelo, rezumaban tristeza.

R.- Así fue, pero en 2020 el Premio trae alegrías; por la cifra, 160 obras, pero sobre todo por su diversidad. Ciencia ficción, relato negro, romanticismo... y un toque enorme de ironía sobre la vida. Tal vez eso también significa desconsuelo, pero está mejor escrito.

P.- Supongo que dirá que el nivel de calidad literaria de los relatos es magnífico.

R.- Lo afirmo, y eso no impide ver que hay algunos, con matices, menos redondos. Pero cuando sabes que ese es el primer intento de escribir o la primera vez que alguien concursa con su relato, creo en la ilusión porque aprender a escribir desde las entrañas hace olvidar las comas. Este año hemos ido mirando quién es el autor o autora del relato al publicarlo en las redes sociales, principalmente Facebook, su experiencia como escritores. Facebook nos cuenta casi todo.

P.- ¿Hay buen nivel?

R.- Ha sido una satisfacción, en eso sí. Hay muchos autores y autoras con una larga historia literaria, internet nos daba datos sobre el perfil de los participantes, cualquiera que sea su calidad literaria. Eso depende del Jurado. Hemos comprobado que el Premio ha saltado en solo dos años a un nivel de personas que escriben y publican novelas o relatos habitualmente en cualquier tipo de soporte, papel o digital. Eso es un gozo porque se nos ha caído la caspa de premio local de cuentos. Saltar la frontera de Sierra Morena o las laderas del Valle del Guadiato era decisivo.

Salir del anonimato

P.- ¿El objetivo era tener un premio pequeño con nivel internacional?

R.- El objetivo era lanzar un premio literario en la medida de nuestras posibilidades, limpio, en un mundo donde el apoyo económico viene de mil sitios diferentes, incluso de algunos que tiñen el resultado. Y, de otra parte, que la obra y sus autores no quedasen en el cajón una vez que se elija el relato ganador. Hay muchas causas que impiden que una buena obra sea conocida por sí misma. Y eso lleva a que esa obra vaya de concurso en concurso mendigando un premio pequeño pero que le haga salir del anonimato. Esto es así. Con el Premio Café Español apostamos porque se lea la obra y se conozca a quien la escribe.

P.- ¿Eso no es ir contracorriente?

R.- No. Es apostar por la literatura en un mundo donde la gente ya no se conoce solo en la calle, se lee en otros soportes y se escribe con otro lenguaje, ampliado. Recibir 160 relatos nos dice que esta apuesta va bien, poco a poco.

P.- ¿Trescientos euros y un trofeo es suficiente aliciente?

R.- Cualquiera de esos relatos valdría infinitamente más, no es una manera de hablar. La valentía de escribir, competir y recibir 300 euros y un cuadro, en el caso de que ganes, es un acto de generosidad con uno mismo y con la cultura. El trofeo y la dotación económica es un agradecimiento material. Dudo de que se haya participado por el aspecto económico. Hemos conseguido credibilidad y se valora el esfuerzo de comunicación, la ayuda a quienes escriben y compiten. Y este nivel de participación es un premio para quienes trabajamos en la organización de este Premio.

Australia, Israel, Puertollano

P.- ¿De dónde proceden los relatos?

R.- Supongo que hasta el confín del mundo. Hoy, si pones un verso en internet no va a encontrar ninguna puerta cerrada. Desde Villanueva del Rey hemos encontrado respuesta en Australia, Israel, Londres, Puertollano o Jerez de la Frontera.

P.- El Jurado es quien elige?

R.- Si. Soy un poco descreído sobre las votaciones compartidas por un Jurado y las redes sociales. Hemos creado un Premio literario con todas sus exigencias, adaptado al mundo de comunicación actual y con un Jurado indiscutible por su calidad reconocida.

P.- ¿Indiscutible?

R.- Efectivamente. Su propia trayectoria literaria les da ese valor de capacidad y credibilidad. Conseguirlo solo ha sido posible por su generosidad, un cierto atractivo para ellos de cómo está organizado el Premio, y su voluntad de apoyar la cultura en los peores momentos. El empeño fue conseguir un Jurado de autores con capacidad de crítica, que ya han estado en otros Jurados, que sepan vivir al concursante y poner la distancia suficiente para elegir.

P.-Por qué lo llama "Jurado de oro"

R.- Si, por lo que valen en sí mismos y por lo que significan para quien concursa: Alfredo Conde, Premio Nacional de Literatura; Pedro Antonio González, Premio Café Gijón de Novela y Premio José Hierro de Poesía además de paisano; Manuel Ángel Barbero, Premio Círculo de Lectores de Novela (por elección popular) y vecino de una localidad muy cercana a Villanueva del Rey; Rodolfo Serrano, periodista y un poeta entrañable y Javier Valenzuela, escritor y periodista, ganador del Premio en 2019. Todos son para nosotros un Jurado de Oro. Y especialmente en lo humano.

P.-¿Además de publicar los relatos en las redes sociales se hará también una edición en papel?

R.-El primer año, la Diputación de Córdoba lo hizo; en 2019 hubo que atender otras urgencias económicas, y en 2020 siempre nos queda la edición digital y su distribución on line, si no existe otra alternativa.

P.-¿El Premio Café Español siempre estará dedicado al relato corto?

P.-Ojalá exista durante muchos años, pero el horizonte es largo y hay que medirse bien.